En una tradición salesiana se han convertido las florecillas a la Virgen María que se realizan en el mes de mayo, práctica que viene desde el tiempo de Don Bosco con los muchachos del oratorio como un período de mayor gracia, como un regalo de amor que tiene la finalidad de acrecentar y profundizar el amor hacia la Madre de Dios.
El Padre Mauricio Dada, sacerdote salesiano, comentó sobre esta tradición mariana “Las Florecillas son como lo dice la palabra pequeñas flores que regalamos a la Virgen Santísima. Son un gesto de amor que nos hace crecer como personas cuando amamos, el que ama siempre crece.” Asimismo, menciona que es muy importante tener una relación con la Virgen. “Ella es la Madre de Dios, la llena de gracia, la que ha tenido un trato más íntimo con Jesús, ninguna creatura conoce mejor a Jesús que María Santísima y ninguna creatura es más digna de imitación que ella” puntualiza.
Tradición
En un inicio, Don Bosco realizaba la dinámica con los jóvenes por medio de papelitos en los que les escribía virtudes que él consideraba era en las que debían de trabajar más y de esta manera, al finalizar el mes de mayo, se habían ejercitado en la fe.
Sor Maribel Andrade, hija de María Auxiliadora (FMA), nos comparte con entusiasmo una anécdota del tiempo de la Beata Laura Vicuña en Argentina. “Las hermanas les daban a las niñas una flor como tal, si lograban realizar la florecilla al final del día, se la ofrecían a la Virgen después. Se cuenta que en una ocasión Laurita tenía una cesta llena de flores por todas las acciones que ella había realizado en el mes de mayo”.
Las florecillas son también parte de este mes que invita a mantenerse con el firme propósito de no cometer ningún pecado mortal durante los 31 días que lo comprenden, acompañados de la Confesión y la Comunión con frecuencia. Se trata de una serie de acciones que colaboran con el alma para mantenerla en estado de gracia con Dios.
Devoción maternal
La tradición de las florecillas también se le atribuye a San Francisco de Asís, quien por el amor que le tenía a la naturaleza relacionaba las flores por su belleza, con los actos de amor a Dios. Él decía: “Hay que ofrecerle estas florecillas de amor al Señor”. Este gran santo de la Iglesia, era profundamente admirado por San Juan Bosco, por la espiritualidad que instituyó, a tal punto que cuando quiso ingresar en el seminario, primero se interesó en la congregación franciscana.