La violencia financiera en los adultos mayores es un abuso que sabe a ingratitud

En Honduras, alrededor de 59 mil personas de la tercera edad cuentan con una pensión, pero algunos de ellos son despojados de sus bienes por sus mismos hijos

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Forjar el patrimonio con miras al futuro no es nada fácil. Esfuerzo, planes, luchas, fracasos, enmiendas, constancia y fe, llevan a muchas personas de la tercera edad a atesorar unos “centavitos” como ellos le dicen al tesón de toda la vida, que se conoce como una pensión que les permitirá vivir dignamente sus últimos días en esta tierra. Existen quienes no pueden gozar de este beneficio, no porque no se lo hayan ganado, sino porque son despojados de sus bienes materiales y, aunque parezca difícil de creer, esto lo realizan sus mismos hijos, aquellos por quienes estas personas se desvivieron, les entregaron sus desvelos, mejores años de vida y que ahora reciben el látigo de la ingratitud, esto tiene un nombre y se llama violencia financiera en contra de la tercera edad.

Legalidad

Lamentablemente, esta es una realidad que se ha vuelto muy común y más que un proceso legal para despojar de sus bienes a estas personas, pasa más por una cuestión de valores. De esta manera lo cataloga la abogada Anny Ochoa, quien agrega que “Se analizan muchos casos o procesos en donde los hijos pretenden inhabilitar a los padres que son los dueños reales de cuentas o propiedades, con el propósito de adquirir la administración de dichos bienes y esto más que un problema legal, creo que es un problema de falta de valores, que necesitamos desarraigar de nuestra sociedad”.

Existe todo un marco legal que ampara a los abuelos de los detractores de sus bienes. Así lo encontramos en la Ley Integral de Protección al Adulto Mayor y Jubilados, en el Decreto 199- 2006 publicada en el Diario Oficial La Gaceta, donde el Artículo 9 denominado Deberes de la Familia, en el numeral 5 nos dice: “No obligarlos con amenazas o engaños a realizar cualquier acto jurídico en el cual se ponga en riesgo su persona, sus bienes y sus derechos”.

En el mismo artículo 9, numeral 1 indica que “Evitar todo acto que represente discriminación, abuso, aislamiento, trato cruel, maltrato físico, mental, verbal, dentro del núcleo familiar”.

Insensibilidad

Para el sociólogo Armando Orellana, este fenómeno se da por el afán del tener. “Esto se debe al ansia y codicia que promueve la lógica del sistema en el que estamos viviendo, un sistema que induce al consumismo, a la apropiación por el deseo de tener más y más, esto genera esa insensibilidad sobre todo en generaciones jóvenes y es lamentable que estas personas actúen bajo el deseo de usufructuar de sus casas o bienes económicos a sus propios padres”.

Aquí, según el especialista, se ve reflejada la ausencia de valores fundamentales del cristianismo como la solidaridad, el amor al prójimo y fundamentalmente honrar, respetar y valorar a los padres tal y como lo expresan los Diez Mandamientos. La doctora Gabriela Galdámez, quien es fisiatra y cuenta con una maestría en gerontología, habla del daño que se le hace al adulto mayor. Ella expresa que esto se cataloga como un tipo de violencia, que va desde el uso sin autorización de los recursos de una persona mayor, quitarle el dinero de las cuentas de bancos, también hay quienes les mienten para que firmen un documento, vender o transferir propiedades, cambiar testamentos o voluntades.

Testimonio

Hay quienes cuentan con la dicha de ser pensionados como el caso de doña Antonia Torres Rodríguez, una anciana que en sus días de juventud entregó todo su vigor desempeñándose en el Registro Nacional de las Personas. Ella ahora goza de una pensión y nos comentó, como sus cuatro hijos le hacen muy feliz y le ayudan económicamente, lo que hace que al final del mes sume a su pensión. “Ellos me enorgullecen, no me quitan nada, más bien me dan, velan por mi salud, mi bienestar, estoy contenta con ellos. Yo pienso que los hijos que le quitan a sus padres cometen una tremenda grosería, porque uno de anciano necesita apoyo. Para mi es un deber que colaboren con nosotros por todo lo que invertimos en ellos para poder criarlos. El que ayuda a sus padres, recibe grandes bendiciones de Dios”.

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