La Santísima Trinidad: Un misterio de amor

En la Trinidad reconocemos el modelo de la Iglesia, en el que estamos llamados a amar como Jesús amo al mundo

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“La Santísima Trinidad nos dice que Dios no es soledad, Dios es familia, comunión de amor, son tres personas iguales pero distintas y así es la familia, iguales en su dignidad” Esta expresión del Cardenal Óscar Andrés Rodríguez, Arzobispo Emérito de Tegucigalpa, nos ilumina para hablar de este misterio tan importante para nuestra fe.

Misterio

El dogma de la Trinidad se definió en dos etapas, en el primer Concilio de Nicea (325 D.C.) y el primer Concilio de Constantinopla (381 D.C.). En el Concilio de Nicea se definió la divinidad del Hijo y se escribió la parte del Credo que se ocupa de Él. Este concilio fue convocado para hacer frente a la herejía arriana, que afirmaba que el Hijo era un ser sobrenatural pero no Dios. En el Concilio de Constantinopla se definió la divinidad del Espíritu Santo.

Este concilio combatió una herejía conocida como macedonianismo (porque sus defensores eran de Macedonia), que negaba la divinidad del Espíritu Santo. El padre Cesar Muñoz, párroco de la comunidad Santísima Trinidad en la colonia Nueva Capital afirma que, “La invitación para cada uno al contemplar este misterio, es ir creciendo en la comunión, esa que es fruto del amor”. Este misterio hermoso afirma el presbítero, “es una muestra de relación con el otro y de cómo podemos interesarnos en los demás, fortaleciendo la intimidad con el Señor bajo estos aspectos”.

Epicentro

La Santísima Trinidad, es la centralidad de la fe y la vida cristiana ya que en ella evocan los inicios de la humanidad, la redención de los pecados y la acción impulsadora que sostiene a la Iglesia en la actualidad. El Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica (CEC) explica que “La Iglesia expresa su fe trinitaria confesando un solo Dios en tres Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Las tres divinas Personas son un solo Dios porque cada una de ellas es idéntica a la plenitud de la única e indivisible naturaleza divina.

Las tres son realmente distintas entre sí, por sus relaciones recíprocas: el Padre engendra al Hijo, el Hijo es engendrado por el Padre, el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo”. (CCIC, 48). Para el Padre Rigoberto Velásquez, la solemnidad de la Santísima Trinidad es funda- mental para toda la Iglesia, “porque es el gran misterio que todos los católicos celebramos. Para nosotros la fe es trinitaria, por eso cuando nos bautizamos nos bautizan en nombre del padre y del hijo y del Espíritu Santo en la es el gran misterio de la Santísima Trinidad”.

Unidad

No creemos en tres dioses, sino en un sólo Dios en tres Personas distintas. No es que Dios esté dividido en tres, pues cada una de las tres Personas es enteramente Dios; el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo tienen la misma naturaleza, la misma divinidad, la misma eternidad, el mismo poder, la misma perfección; son un sólo Dios. Lo vemos claramente en la Creación, en la Encarnación y en Pentecostés: En la Creación, Dios Padre está como principio de todo lo que existe. En la Encarnación, Dios se encarna, por amor a nosotros, en Jesús, para liberarnos del pecado y llevarnos a la vida eterna. En Pentecostés, el Padre y el Hijo se hacen presentes en la vida del hombre en la Persona del Espíritu santo, cuya misión es santificarnos, iluminándonos y ayudándonos con sus dones a alcanzar la vida eterna.

San Agustín

San Agustín, considerado uno de los padres de la Iglesia, presenta una interesante reflexión en torno a este misterio tan especial. “Un día San Agustín paseaba por la orilla del mar, profundizando muchas de las doctrinas sobre la realidad de Dios, una de ellas la doctrina de la Trinidad. De repente, levanta la vista y ve a un niño, que está jugando en la arena, a orillas del mar.

Lo observa más de cerca y ve que el niño corre hacia el mar, llena el cubo de agua del mar, y vuelve donde estaba antes y vacía el agua en un agujero. Así el niño lo hace una y otra vez. Hasta que ya San Agustín, sumido en gran curiosidad se acerca y le pregunta: «Oye, niño, ¿qué haces?» Y éste le responde: “Estoy sacando toda el agua del mar y la pondré en ese agujero”. Y San Agustín dice: «Pero esto es imposible». Y el niño responde: «Si esto es imposible, más imposible todavía es que tú entiendas el misterio de Dios…»

¿LA TRINIDAD ES BÍBLICA?

Aunque la palabra “Trinidad” no aparece como tal en las Sagradas Escrituras, la Iglesia definió que el término describía la verdad acerca del Dios que revelan las Escrituras: Un Dios y Tres Personas Divinas. Muchos otros términos (p. ejemplo Encarnación, Persona, Sacramento) han sido utilizados a lo largo de los siglos para enseñar verdades reveladas, y han adquirido significados estables por haber sido usados de manera consistente o bien por decisión de la Iglesia. De esta forma, las doctrinas de la Iglesia pueden enseñar verdades acerca de algún misterio de Dios, sin pretender definir de manera exhaustiva todo lo que puede decirse de ese misterio.

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