En diversas etapas de su vida pública, Jesús dejó claras las formas de cómo lograr la vida eterna y en el tiempo pascual, se evidencian con mayor fuerza al convertirse en una continuidad de la resurrección en cada uno.
Invitación
La Sagrada Escritura, propone la “vida eterna”, como un férreo llamado del Señor Jesús a preparar la vida ante el momento de la muerte, un acontecimiento inevitable pero que debe verse con esperanza ante la promesa de la futura inmortalidad. Jesús, en sus mensajes enfatizó en el “Yo Soy”, acuñando siete maneras de cómo hay que encontrarlo, en cada una de ellas, la exhortación central es que, para obtener la salvación, es imprescindible encontrarle, ya sea como Pan de Vida, como el Camino, la Verdad y la Vida o como la Puerta que nos brinda acceso a la resurrección.
Al asumir con compromiso cierto las palabras del Señor Jesús, alcanzaremos un conocimiento pleno, no solo doctrinal de la Vida Eterna, sino más vivencial, que incurra en realización de obras comunitarias y personales para alcanzar el cometido de salvación.
Camino
Con la Resurrección de Jesús, contemplamos nuestro propio destino y a su ejemplo, forjar las bases para alcanzarlo. La Vida Eterna plena, se manifiesta en la victoria de Cristo sobre la muerte en el madero de la cruz, es el mayor espejo que el cristiano puede contemplar fundamentándose en que el Señor pasó haciendo el bien, predicando a los más necesitados, tendiendo la mano al desposeído, realizando obras de misericordia.
La Pascua, es un itinerario para alcanzar la salvación, los textos sagrados de este tiempo nos iluminan en cómo obtener la salvación, además de que el solo misterio de la Resurrección, ya nos inculca una esperanza de que tenemos en Cristo, el gozo de la Vida Eterna, como herencia de Jesús.
