San Juan, ha sido uno de los poetas más icónicos de su tiempo. Para la cristiandad, tiene una singular importancia “la noche oscura”, un poema que ha servido para enriquecer la espiritualidad y para dar un sentido diferente ante las dificultades de la vida cristiana.
Hay palabras clave dentro del poema que pueden tomar mucho significado en su interpretación. San Juan, manifiesta una ansia, un deseo profundo por encontrar “El Amado”. Es una de esas noches oscuras, donde la claridad parece que se ha ido y por más esfuerzos que se hacen, no se puede encontrar la luz.
Definitivamente es un lenguaje simbólico y de alegoría. Aunque se trata de una experiencia espiritual muy profunda, podemos tomar este escrito como una luz en medio de las vicisitudes de la vida.
Cuando la vida se torna una profunda niebla, donde somos incapaces de poder ver una luz; cuando todo parece perdido y aunque la oración cada vez sea más fuerte, Dios sigue callando. En este momento, para San Juan, es cuando la misma oscuridad y el silencio son los que nos guían hacia Dios. Por eso escribe: “¡oh noche que juntaste Amado con amada, amada en el Amado transformada!”.
En ese sentido, el filósofo español, Miguel de Unamuno, cita el poema de la noche oscura, en su novena “Niebla”. Para Unamuno, por más esfuerzos que se hagan para comprender al hombre a base de la ciencia, “¿quién puede conocer la profundidad del hombre, si no ha estado en la profunda niebla de la noche, junto a San Juan?”. Don Miguel, sitúa la experiencia de San Juan, como un momento culmen en la vida del hombre, afirma que no hay ciencia ni forma para comprender esa noche o para entrar hasta ella. Solamente podemos hablar de la noche oscura cuando verdaderamente la hayamos vivido, cuando en medio de la injusticia, de la incertidumbre o del fracaso, hayamos experimentado a Dios a pesar del silencio y la oscuridad.
No hay guía en medio de la oscuridad, solo el deseo que arde en nuestro corazón por encontrarnos con “el Amado”, con Dios.