La labor del catequista se ha tenido que adaptar a la emergencia sanitaria

El Papa Francisco ha calificado a estos hombres y mujeres como una necesidad para la evangelización en el mundo contemporáneo

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Cada 16 de mayo recordamos el trabajo de muchos hombres y mujeres que entregan su vida por la evangelización a los niños, adolescentes, jóvenes e incluso de los adultos, específicamente desde el ministerio de la catequesis, sin embargo, el miedo a un contagio ha hecho que muchos padres de familia, no quieran que sus hijos asistan a la Iglesia. Es allí donde entra el ingenio de los encargados de esta labor para poder adaptarse a la nueva realidad que vive la Iglesia en medio de la crisis sanitaria. El Padre Dimas Rivera, encargado de la catequesis a nivel de la Arquidiócesis de Tegucigalpa, nos dice que “Muchas personas se han lanzado a implementar la virtualidad para no dejar que se pierda el mensaje del Evangelio en nuestros niños y jóvenes”.

Labor Nesly Mejía, catequista del sacramento de la Confirmación, expresa que no ha sido fácil desempeñar su trabajo. “Nos ha tocado difícil y nos hemos vuelto resilientes ante esta pandemia, adaptándonos a nuevas realidades y una de ellas, es la catequesis virtual” y agrega que “para poder ser un catequista siempre debemos tener la disponibilidad del llamado de Dios”.

Por su parte, Daisy Elizabeth Maradiaga, quien sirve como formadora en uno de los sectores de la Parroquia El Espíritu Santo de Comayagüela, manifiesta que hay que cumplir algunos puntos básicos para poder ser un catequista. “Se deben de seguir las instrucciones emanadas de nuestras autoridades eclesiásticas, con quienes se coordinan esfuerzos técnicos y se hacen búsquedas virtuales para la aplicación de varios recursos o proyectos”. Maradiaga aporta que también es importante implementar nuevas formas de trabajo orientadas con el uso de la tecnología al alcance de la mayoría, vía teléfono, computadoras, televisión, videos y otros.

Invitación directa a los obispos

El Santo Padre en su mensaje el día en el que instituyó el ministerio laical de catequista, invitó a las conferencias episcopales a poder hacer una realidad esta iniciativa, logrando establecer un proceso de formación y los criterios normativos necesarios para acceder a él. Esto se tiene que hacer de forma coherente y apegado a las realidades que se viven en cada país, sobre todo adaptándose a la situación sanitaria generada por el COVID-19.

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