En el retablo de Capilla del Santísimo de la basílica de Sant’Apollinare se esconde un tesoro romano, hasta ahora muy poco conocido.
Se trata de un fresco de la Virgen María, realizado en el siglo XV, popularmente conocida como la Madonna dell’Apollinare. Tiene una dedicatoria muy vigente en la actualidad.
El Rector de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz Luis Navarrolo sostuvo que “está la Virgen con San Pedro y San Pablo, sentada en un trono y debajo del trono hay una oración en latín. La vi este verano en una reproducción grande de esta imagen, en ella descubrí que era una oración pidiéndole a la Virgen la protección ante la pandemia, de una epidemia de peste que hubo en Roma”.
Su fiesta se celebra el 13 de febrero en recuerdo a su redescubrimiento, ya que durante algunos años fue olvidada.
Navarro dijo que “hubo una historia. Hubo una invasión de soldados alemanes, la cubrieron con cal, quedó oculta durante cierto tiempo. Luego cayó la cal y la devoción popular creció”. En la antigüedad, la devoción de los romanos a este icono mariano fue tal que al edificarse el nuevo templo se ubicó en pleno atrio de la basílica, sin duda una particularidad arquitectónica.
“Uno no se espera una capilla del Santísimo en el atrio de una Iglesia. Uno entra en la iglesia, ve la nave central y encontrará la capilla a un lateral. En este caso es el atrio de la iglesia, la imagen de la Virgen, la capilla del Santísimo está allí y es precisamente, la devoción popular llevó a eso”.
En la actualidad su devoción ha tomado fuerza entre los romanos. Seis siglos más tarde, muchos acuden nuevamente a ella para pedir su protección ante la pandemia.