La alegría del Adviento nos lleva a dar esperanza a los más pobres

El Papa Francisco, en la recién celebrada Jornada Mundial de los Pobres, nos recordó que no debemos de apartar la mirada de los que más necesitan

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El Adviento es un tiempo litúrgico que nos prepara para la venida del Salvador y que está inminentemente marcado por la esperanza de que Dios se hizo hombre para quedarse con nosotros. La liturgia de esta época, nos recuerdan que siempre debemos de estar alegres en el Señor, pero sin olvidar a aquellos que más necesitan de nosotros. Aquí es donde cabe la pregunta que incluso puede sonar algo irónico, ¿Podemos llevar alegría en medio de la desesperanza, tristeza e injusticia que vivimos en nuestro país?

El Padre César Muñoz, párroco de la comunidad Santísima Trinidad, ubicada en la zona de la colonia Nueva Capital, en la Arquidiócesis de Tegucigalpa, cita algunas palabras del Papa Francisco quien expresó: “Debemos estar atentos a los movimientos del Espíritu Santo, si estamos en tiempo de consolación caminamos con gran esperanza y cuándo estamos en desolación la tarea es mantenernos fieles pidiendo la gracia para perseverar a pesar de que en estos momentos no sentimos el impulso de la gracia de Dios”.

Y es que la alegría es un fruto del Espíritu que está fundamentada en la circunstancia que rodean la vida ni en los bienes materiales que lleguemos a poseer, ni en el bienestar que puedo experimentar, sino que está cimentada, fundamentada en nuestra relación con el verdadero Dios.

Fruto

La solidaridad que estamos llamados a vivir, debemos experimentarla con muchos ánimos, y no debemos de verla como una utopía religiosa que pretende esconder la realidad que se vive, se trata de compartir, no lo que nos sobra, sino lo que realmente necesitan nuestros hermanos.

Toda esta experiencia de alegría en medio de la adversidad dependerá, completamente de nuestra relación con Dios y esto se logra a través de la oración y, sobre todo, del desprendernos de lo material, acompañado siempre de la lectura de la Palabra y la vida sacramental, todo ello nos llevará a la posibilidad de dar frutos en nuestra vida espiritual y a poder ser felices con la felicidad de los demás.

Realidad

Ciertamente los problemas e injusticias que vivimos en nuestro país nos duelen, pero ello no nos debe de robar la paz interior; debemos de honrar la alegría de este hermoso tiempo del Adviento donde nos mantenemos expectantes por el nacimiento de nuestro Señor y Salvador. Esta realidad que no puede obviarse, debe de enfrentarse con actitudes cristianas. En primer lugar, estamos invitados a orar de manera incansable para que haya paz, equidad, justicia y en segundo lugar, nosotros como buenos cristianos y honrados ciudadanos contribuir desde el ámbito donde se desarrolla nuestra vida diaria en la familia, vecindario y trabajo para hacer de Honduras un mejor país. El Padre Jony Murillo, párroco de la comunidad San José de la Montaña de Tegucigalpa, comparte que el Adviento y la solidaridad, son dos realidades que no están divorciadas, al contrario, una enriquece a la otra, porque no puede haber Adviento sin ser solidarios con los demás, lo que nos llena de esperanza con la ilusión de que el Niño Dios está por nacer. En nuestro país, preparar el corazón debería ser tarea de todos porque si tenemos a Dios en nuestro corazón no podrán existir las injusticias, ni la división solo la alegría por sabernos amados por nuestro creador.

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