Producto de esta nueva “normalidad” debido a la pandemia, no hubo abrazos de bienvenida ni apretón de manos que causa la satisfacción de tener la oportunidad de conocer más detalles de Martha Elena Romero Burgos, de profesión abogada, casada, madre de dos hijos, servidora de la Basílica de Suyapa y además voluntaria de Cáritas Parroquial de Suyapa. Consciente de los efectos de la actual emergencia sanitaria causada por el coronavirus y el deterioro de la población, en todos los estratos sociales, es que llega a vincularse entre quienes arriesgan su vida para hacerle frente a la precariedad en que sobreviven los adultos mayores en Tegucigalpa. “Esta es mi aspiración, poner mis conocimientos, enseñanzas de la vida al servicio de estas personas”, comenta Martha Romero, mientras se acomoda la mascarilla y limpia el sudor de su frente que le ha producido el estar preparando unas 150 bolsas con raciones de comida para igual cantidad de adultos mayores, que esperan con ansias esa ayuda “así atendemos un poco el hambre de ellos”, sostiene.
Definición
Luego de un servicio de hace 26 años como servidora de la Basílica de Suyapa, “llego siempre como voluntaria a Cáritas Parroquial porque me defino como como una persona normal, pero con grandes deseos de poder servir, sembrar y dejar huella en la vida”, afirma está abogada; quien en primera instancia busca los medios y recursos necesarios para atender las necesidades de los adultos mayores que integran el programa del Adulto Mayor que ejecuta Cáritas Parroquial de Suyapa.
Heroína
Frente a las secuelas de la pandemia, pueda que “nos vean así, pero lo que yo veo es la misericordia de Dios”, afirma esta profesional del Derecho. Respecto a este servicio “lo veo como una bendición, una lección de vida, no solo para mí, sino para mi familia que también son voluntarios”. Hoy se requiere “desprendernos de todo egoísmo y entregarnos al servicio para los demás, sin esperar ninguna recompensa”, concluyó.