El Papa Francisco continúa con su peregrinación por Canadá y este día participó por la mañana de la Eucaristía en el Santuario de Sainte-Anne-de-Beaupré. Como en días anteriores, el Pontífice dio la homilía, pero la liturgia eucaristía fue presidida por otra persona, entendiendo que el problema de su rodilla, le limita en el movimiento.
En su mensaje, destacó que, el camino de los discípulos de Emaús, nos invita a ver nuestro camino personal y el de la Iglesia, por lo que en este itinerario, se puede ir del fracaso a la esperanza. “en todas las ocasiones en las que nos vemos obligados a redimensionar nuestras expectativas y aprender a convivir con la ambigüedad de la realidad, con las sombras de la vida y con nuestras debilidades. Es algo que nos sucede cada vez que nuestros ideales afrontan las decepciones de la vida y nuestros planes caen en el olvido por culpa de nuestras fragilidades; cuando empezamos proyectos de bien pero no tenemos capacidad de llevarlos a cabo” advirtió el Papa.
Siguió explicando que, “el Evangelio nos revela que, precisamente en las situaciones de desengaño y de dolor, justamente cuando experimentamos atónitos la violencia del mal y la vergüenza de la culpa, cuando el río de nuestra vida se seca a causa del pecado y del fracaso, cuando desnudos de todo nos parece que ya no nos queda nada, precisamente allí es cuando el Señor sale a nuestro encuentro y camina con nosotros”.
Creamos que Jesús se une a nuestro camino y dejémosle que nos alcance, dejemos que sea su Palabra la que interprete la historia que vivimos como individuos y como comunidad, y la que nos indique el camino para sanar y para reconciliarnos. Partamos con fe el Pan eucarístico, porque alrededor de la mesa podemos redescubrirnos hijos amados del Padre, llamados a ser todos hermanos. Jesús, partiendo el Pan, confirma el testimonio de las mujeres, a las que los discípulos no habían dado crédito, que ¡ha resucitado!