Homilía del señor Arzobispo para la Vigilia Pascual

Encontrar, escuchar, reconocer al Resucitado (Mt 28, 1-10)

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 “Esta vigilia es importante y extensa, pero terminará y volveremos a nuestras casas, allí es la Galilea de nuestro tiempo, el lugar de la vida cotidiana dónde nos espera el resucitado”

Por el testimonio del ángel, ellas iban corriendo, entre alegría, sorpresa y algo de temor… cuando Jesús mismo le salió al encuentro. Porque la vida cristiana no nace de una idea, sino de un encuentro con una persona, la persona del Resucitado. Es curioso que Jesús se les aparece porque han obedecido al ángel, movidas por la fe y el amor que guardaban en su corazón. Todavía resonaba en ellas la imagen del maestro azotado y crucificado, pero también las promesas que les había hecho, y sobre todo la paz que en Él habían encontrado.

“No tengan miedo” les dice el ángel y les repite Jesús. Nuestra mente no acaba de creerse que tanto bien sea posible, y genera un miedo defensivo. Pero nuestro corazón quiere ver, quiere abrazar, quiere encontrar. Sabemos que en el encuentro inicia una vida nueva en la que escuchamos de manera nueva al Señor y Él ilumina toda nuestra vida. Esta noche santa, ha iniciado con el lucernario, porque Cristo es la luz nueva, el sol sin ocaso. Él nos ha hablado y hemos escuchado, (encontrar, escuchar…) en su Palabra abundante. Y vamos en breve a ser testigos del bautismo de los catecúmenos, y a renovar las promesas de nuestro bautismo; por el que fuimos sepultados con Cristo. El Bautismo es uno, y del proviene toda gracia divina y todo compromiso nuestro.

No estamos repitiendo el Bautismo, sino renovando nuestra aceptación y haciendo más consciente nuestra pertenencia a Él. Esta vigilia es importante y extensa, pero terminará y volveremos a nuestras casas, allí es la Galilea de nuestro tiempo, el lugar de la vida cotidiana dónde nos espera el resucitado. Esta vigilia, en la que desbordamos de gozo, contiene una alegría que desborda nuestras expectativas. El Resucitado nos precede en Galilea, allí debemos ir, a nuestro trabajo, nuestros amigos, nuestra familia… porque ahí es donde le podemos encontrar, escuchar y discernir (reconocer). Y no lo olvidemos, en la Galilea de nuestra cotidianidad, muchos podrán verlo a través nuestro. Corramos también nosotros a decir a nuestros hermanos, que Cristo está vivo. Feliz Pascua de Resurrección.

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