Homilía del señor arzobispo para el XXI domingo del tiempo Ordinario

Sobre esta piedra (Mt 16, 13-20)

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Sobre esta piedra construiré mi Iglesia” dice Jesús a Simón, a quien conocer a Jesús le cambió todos, incluso el nombre. La imagen no por conocida deja de ser impactante. Toda la Iglesia, ¿edificada sobre la confesión de fe de un pescador de Galilea? Así había de ser, para que quede claro que quién inicia, sostiene y guía a su Iglesia -y con ella al mundo entero-, es Jesucristo. La frase de Jesús, para entenderla hay que leerla completa: “tú, Simón hijo de Jonás”, eres un hombre común, de buena voluntad, pero muy limitado.

Pero “ningún mortal te ha revelado esto”, es decir, no te elijo por lo que has aprendido de los hombres, sino por lo que “mi Padre que está en los cielos” ha querido revelarte. De hecho, el evangelista, poco después, no esconde que a Pedro le cuesta mucho entender el anuncio de la Pasión, por lo que se gana una dura corrección de Jesús. En Pedro y en nosotros –pecadores- se manifiesta el misterio de la elección de Dios, difícil de comprender, pero a la vez muy profundo y sabio.

¿Se imaginan una Iglesia solo de gente brillante e impecable…? Entonces la mayoría de nosotros ¿dónde estaríamos? Sobre esta piedra… que hoy es el Papa. Y así lo ha entendido la Iglesia romana desde hace veinte siglos. Aunque no sin conflictos, pero gracias a la acción del Espíritu, se fue consolidando una Iglesia en torno a Pedro, que en su unidad hace presente el Reino de Dios. “Piedra”, hace referencia a firmeza y estabilidad, no por las cualidades humanas de Pedro, sino por su confesión fe.

¿Y por qué una persona (no cualquier persona, sino Pedro) para sostener la fe de los hermanos? Muy sencillo, porque la fe no es una teoría, ni tampoco una técnica… la fe es una respuesta humana a una propuesta divina. Por eso la fe, que transforma todo, se recibe, se confiesa y se comparte en las personas. Sobre esta piedra… estamos edificados como templo vivo Y ¿por qué muchos le tiran piedras a la roca? Esto, cuánto menos, es echar piedras al propio tejado.

Es curioso, que se estén dando tantos ataques a la primera figura eclesial justo desde sectores que invocan tradición, fidelidad, autoridad… Afortunadamente, el Papa Francisco no se detiene y sigue adelante dando la vida por la Iglesia: gobernando, enseñando, santificando al pueblo de Dios. Quienes se atreven una y otra vez a cuestionar al Papa en sus decisiones y lo difunden en las redes sociales, ¿acaso son más sabios y buenos que Pedro? En absoluto, aunque tengan muchos likes en sus redes. Y aunque tuvieran algún motivo de queja, que no lo hay… los problemas de familia, ¿dónde se resuelven, en casa o en la calle? Estemos seguros, que como dijo Jesús: “el poder del abismo no hará perecer a la Iglesia”.

Una sencilla sugerencia: no dejemos que otros nos cuenten, escuchemos nosotros mismos las homilías del Papa, leamos sus catequesis y oremos por él. Y si algo no entendemos, preguntemos a alguien adecuado. Porque las redes sociales solo pueden contestar la primera pregunta ¿quién dice la gente? Pero la última: “y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” solo la puedes responder tú mismo. Ha sido Jesús quién ha elegido esta piedra, y no otra. No ha buscado lo sabio y poderoso de este mundo, sino aquellos que conscientes de su limitación, ponen su fe en Dios. Un Dios bueno que no abandona a su Iglesia, sino que la acompaña y renueva sobre la fe apostólica. Esa es la piedra que nos sostiene.

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