Homilía del Señor Arzobispo para el XVI Domingo del Tiempo Ordinario

“Vengan ustedes a solas a un lugar desierto a descansar un poco” (Mc 6, 30-34)

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Estas palabras se nos dicen también a cada uno de nosotros hoy: Jesús nos invita a entrar en un descanso y a renovar nuestras fuerzas. Jesús no dice “vayan a un lugar desierto”, sino “vengan”: ¿Por qué dice vengan? Porque en Él está el verdadero reposo. Se trata de entrar en una relación profunda con Él que restaura nuestra vida para volver renovados en nuestro trabajo y en nuestra misión. Necesitamos encontrarnos con nosotros mismos en profundidad y redescubrir la fuente que calma nuestra sed. Dice el texto “Vengan a un lugar desierto tranquilo”.

Un lugar retirado, apartado del bullicio agobiante; un lugar apropiado para encontrarnos con Dios. El texto griego dice que significa lugar desierto. Es importante si tenemos en cuenta el significado que San Marcos da al desierto, como lugar de encuentro con Dios. Un sitio adecuado para el encuentro con el Señor. “Y descansar un poco”. Que encontremos sosiego a tanto ajetreo. Que se calmen nuestros nervios. Que se serene nuestro espíritu para encontrarnos con lo esencial que llena de sentido nuestra vida.

Más que un lugar determinado el reposo de los discípulos y el nuestro, está junto a una persona, a abrirnos a una Presencia. Junto a Jesús Resucitado recuperamos las fuerzas, aprendemos de Él y nos disponemos de nuevo para el servicio a los demás. “Eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer”. La circunstancia que motiva esta invitación que Jesús hace a sus discípulos y a cada uno de nosotros es que “eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer”.

Los verbos “ir y venir” expresan una agitación, una tal agitación que se olvidan hasta de comer. Se refiere a la necesidad que los discípulos y todos nosotros tenemos de asimilar el mensaje de Jesús. El “comer” es tan importante para la vida humana que sin comer nadie puede vivir. Pues bien, aquí el olvidarse de la comida, significa olvidarse de alimentarse en lo interior, de asimilar la Palabra, eso es grave, y, sin embargo, es un riesgo que todos corremos…, es decir, el no alimentarnos de la Palabra de Vida de Jesús.

Para nosotros: ¿No me pasa también que, a veces, me desconecto de aquél que puede realmente alimentar mi vida y llenarla de sentido? El descanso con Jesús en un sitio tranquilo se convierte en el remedio más urgente cuando nos sentimos bloqueados, cuando hemos perdido el impulso, cuando se ha apagado en nosotros nuestro fuego y nos encontramos fríos, apáticos y desmotivados para seguir nuestro camino. Alguien incapaz de detenerse corre el riesgo de ir frenando e incluso bloquear el camino de los otros. “Jesús vio una multitud y se compadeció de ella porque andaban como ovejas sin pastor”.

Lo primero que dice es que “Jesús vio”, es decir, es su mirada la que busca a cada ser humano y ve nuestra necesidad. Jesús se da cuenta de la presencia y de la situación de la multitud y eso provoca en Él una reacción: “se compadeció”. El texto dice que “se le conmovieron las entrañas” (eso es lo que significa el verbo griego “splagnisthe”). Y eso es lo que dice el relato del Evangelio, que a Jesús se le conmovieron las entrañas. Así era Jesús. Su sensibilidad no estaba de vacaciones sino en el desamparo de la pobre gente. Jesús sentía “compasión” por la gente. Jesús es la mirada de compasión que Dios tiene sobre el mundo y sobre cada uno de nosotros.

Jesús tiene compasión de todos. El motivo de la conmoción de Jesús no es que la multitud no tuviera qué comer, sino que esa multitud “estaban como ovejas sin Pastor”, desorientada, sin saber a dónde ir; sin tener a nadie que la guíe y la defienda. Es la situación de vacío de sentido que viven muchos hombres y mujeres de nuestro tiempo. Hoy también hay mucha gente desorientada, sin apoyo, sin referencias y sin sentido.

Personas que sufren sin tener a nadie que escuche, que les comprendan y sin saber a quién acudir. Ante esta situación, Jesús asume la función de pastor ofreciéndoles el alimento de su Palabra: “se puso a enseñarles muchas cosas”. ¿Qué cosas nos enseña Jesús? Jesús nos enseña las cosas que pueden dar vida a ese pueblo; sí, Jesús es Alguien que viene a ofrecernos el alimento de la verdadera vida. “Solo Tú tienes palabras de vida”. Que podamos recibir esa mirada de compasión que Jesús tiene sobre cada uno de nosotros y sentirnos envueltos en esa mirada de ternura y de aceptación que Él tiene sobre todos.

Él nos acepta tal como somos, tal como estamos. Hoy podemos decirle: Señor, calma tú, nuestra ansiedad, concédenos ir a un sitio tranquilo y descansar en ti. Tú que eres fuente de vida y de paz. Comunícanos en el silencio la paz y la alegría de permanecer contigo para servir a los hermanos.

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