Julio es el mes de las vocaciones, y la Iglesia reconoce las vocaciones de vida matrimonial, religiosa y sacerdotal. Las personas en todas las vocaciones están llamadas a la santidad y son iguales en dignidad a los ojos de Dios.
El padre Alberto Enamorado,asesor arquidiocesano de Pastoral Juvenil, manifestó que la primera vocación es a la vida, pero también dijo que este mes es propicio para que cada joven vaya descubriendo en su vida ese llamado particular que Dios le hace a vivir simplemente en una vocación que le llame a la santidad.
Por su parte, el padre Javier Martínez, párroco de la comunidad Cristo Resucitado, dijo que construir el reino de Dios es la misión que hemos recibido como Iglesia, y las vocaciones son importantes porque el reino de Dios se construye también a la luz de la felicidad, por tanto, hay que luchar para que la persona viva su vocación según el llamado de Dios.
El Matrimonio también es vocación
Las vocaciones se entrelazan, se refuerzan y se apoyan unas a otras. Los matrimonios llenos de fe producen aquellos que responden al llamado al sacerdocio ya la vida religiosa. Los matrimonios son más fuertes debido a las oraciones y el ejemplo de santidad que los sacerdotes y hermanos religiosos dan a los cristianos cada día.
Martha Ondina Hernández, coordinadora de Pastoral Familiar Arquidiocesana confirma que la vocación es un llamado, que se complementa con la escucha y la respuesta, y que desde el matrimonio también se puede servir a Dios.
La vocación esun servicio que nos permite donarnos y entregarnos, sintiendo el llamado de Dios para extenderlo en todas las realidades humanas, dijo el padre Martínez, agregando que cuando una vocación se vive con alegría, se construye, se ve y se siente esa realidad de Dios en la de la persona, por lo tanto, en cada contexto hay que hacer presente la alegría, una alegría que nos mueve a la santidad, así como lo dice el Papa Francisco, apuntó el presbítero.