Como cada domingo, el Papa Francisco en la Plaza de San Pedro realizó su reflexión previo al rezo del Ángelus, y luego de saludar a la multitud que se reúne en dicho lugar. dijo que hoy el Evangelio nos muestra a Jesús que devolvió la vista a un hombre ciego de nacimiento. Pero este prodigio no es bien recibido por varias personas y grupos: los discípulos buscan un “culpable”, los vecinos se muestran “escépticos” y los padres del hombre sanado “temen a las autoridades religiosas y no se pronuncian”. El Evangelio de hoy muestra “cómo procede Jesús” y cómo procede “el corazón humano”: el corazón humano bueno, el corazón humano tibio, el corazón humano timorato, el corazón humano valiente.
En todas estas reacciones, emergen corazones cerrados frente al signo de Jesús, por varios motivos: porque buscan un culpable, porque no saben sorprenderse, porque no quieren cambiar, porque están bloqueados por el miedo. Y tantas situaciones se parecen a esto hoy. Ante algo que realmente es un mensaje de testimonio de una persona, es un mensaje de Jesús, caemos en esto: buscamos otra explicación, no queremos cambiar, intentamos buscar una salida más elegante que aceptar la verdad.
El Pontífice prosiguió diciendo que el único que reacciona bien es el ciego: feliz de ver, testimonia lo que le ha sucedido de la forma más sencilla: “Era ciego y ahora veo”. Primero se veía obligado a pedir limosna y sufría los prejuicios de la gente: “es pobre y ciego de nacimiento, debe sufrir, debe pagar por sus pecados o por los de sus antepasados”. Ahora, libre en el cuerpo y en el espíritu, da testimonio de Jesús: no inventa nada y no esconde nada.
Ante este hecho, el Santo Padre invitó a los fieles a preguntarse qué posición tomamos ante esta escena del Evangelio, qué hubiéramos dicho entonces, y, sobre todo, qué hacemos “hoy”
¿Sabemos ver el bien y ser agradecidos por los dones que recibimos? Así como lo hizo el ciego Me pregunto: ¿cómo es mi dignidad? ¿Cómo es tu dignidad? ¿Testimoniamos a Jesús o difundimos críticas y sospechas? ¿Somos libres frente a los prejuicios o nos asociamos a los que difunden negatividad y chismes? ¿Estamos felices de decir que Jesús nos ama y nos salva o, como los padres del ciego de nacimiento, nos dejamos enjaular por temor a lo que pensará la gente? Además, fue muy enfático al decir que los tibios de corazón no aceptan la verdad y no tienen el coraje de decir: “No, esto es así”. Estas palabras de Francisco sin duda que cuestionan nuestra forma de ser y actuar, pero nos comprometen a cambiar nuestra vida.
En el día en que la Iglesia recuerda a San José, padre de Jesús, su Santidad culminó diciendo que hay que pedir la gracia de sorprendernos cada día por los dones de Dios y de ver las diferentes circunstancias de la vida, también las más difíciles de aceptar, como ocasiones para obrar el bien, como hizo Jesús con el ciego.