Unas 14 parroquias de la diócesis celebraron por todo lo alto, con gritos de júbilo, el inicio de la semana más importante para el catolicismo.
A pesar de lo malos presagios y pronósticos en el tiempo, lluvias, intensas temperaturas, cortes de energía eléctrica, entre otras cosas, se pudo realizar la tradicional procesión de Domingo de Ramos.
La feligresía, con las palmas en sus manos y acompañados con una imagen de Jesús montado sobre un Burrito, rememoraron aquel día que Jesús entraba triunfante a Jerusalén.
Desde las 5:30 a.m. llegaban a plaza de las banderas en el parque central de La Ceiba, donde Monseñor Miguel Lenihan, obispo de la diócesis, junto con el párroco de la catedral padre Rene Flores Pineda, el padre Jesús Calderón y el padre Ivis Eduardo Castillo, rociaron con agua bendita las palmas y a las mismas personas.
Una vez recibida la bendición, la procesión salió en un recorrido de 10 cuadras aproximadamente. La marcha se dio bajo un agradable clima, con un cielo gris y amenaza de lluvia, pero al final esto no se dio.
Entre vivas, cantos de alegría y gozo, la plaza central era participe de tanta felicidad. Monseñor Miguel Lenihan, acompañando a su pueblo, religiosas y sacerdotes, subió al altar con mucha satisfacción, emoción y entusiasmo, ofreciendo la bienvenida a todos los presentes y agradeciendo después de 2 años de no hacer actividades presenciales.
“Hoy damos inicio a la Semana Santa, con este Domingo de Ramos, en esta mañana hemos acompañado a Jesús” dijo monseñor y agregó que “si alguien le pregunta que significa este tiempo, usted responda que es el triunfo del amor de Dios, no es el triunfo del sufrimiento, estos son momentos solemnes en nuestra vida cristiana”.
Por otra parte, invitó a los feligreses a que pusieran de si mismos para que ser verdaderos siervos de Dios, escuchando su voz. “Tengamos esa palabra de aliento para quienes sufren y tengamos confianza, Jesús es ese siervo sufriente que escucha y ama, Jesús nos consuela, meditemos la pasión de Jesús”, explicó.
El Papa Francisco dice que nuestra Fe, es de una Iglesia en salida, salgamos a las calles, salgamos a las periferias, con entusiasmo, alegría y fe, les esperamos en esta semana todos los días profesando nuestra fe, acompañando a Jesús, en su pasión, muerte y resurrección, nosotros los cristianos católicos no somos tímidos, cobardes, al contrario somos cristianos valientes, dispuestos a seguir los pasos de Dios, amando y perdonando, porque Dios es Amor.
Finalizada la Santa Eucaristía, muchas personas con ramas de palmas en sus manos gritaban Hosanna y pedían a su obispo les bendijera sus palmas.