El cuarto mandamiento de la ley de Dios nos dice ” Honra a tu padre y tu madre” Según se puede leer en el Catecismo, “el respeto a los padres está hecho de gratitud para quienes, mediante el don de la vida, su amor y su trabajo, han traído sus hijos al mundo y les han ayudado a crecer en edad, en sabiduría y en gracia. Con todo tu corazón honra a tu padre, y no olvides los dolores de tu madre. Recuerda que por ellos has nacido, ¿cómo les pagarás lo que contigo han hecho?” (Catecismo,
2215).
Es por eso que es debemos honrarles y para ello es de procurarles su felicidad plena, respetandoles, evitandoles preocupaciones innecesarias, haciendo uso de la obediencia y la disciplina en todo tiempo, pero hay un ingrediente que no debe faltar y es que todo lo que hagamos por ellos ha de ser con y por amor.
Recordemos que gracias a ellos hemos llegado donde estamos y han sufrido multiples cosas en la vida para poder hacer de nosotros hombres y mujeres de bien. Retribuir ese amor es un deber del corazón y que se traduce en obras. Más que hacerles costosos obsequios, ellos demandan tiempo y que estén pendientes de sus necesidades y tratar de suplirlas, ellos añoran los llenen de besos y abrazos que les alimenten el alma.