La unidad es la mayor riqueza y bendición de una familia. No hay dineros, ni terrenos, ni alhajas, ni intereses que valgan más que la unidad. Como bien dijo el Papa Francisco: “Tener un lugar a donde ir se llama hogar; tener personas a quienes amar se llama familia; y tener ambas se llama bendición”. Las familias unidas no suceden por casualidad: se construyen y reparan; se cuidan y también se imploran.
Misión
La familia se convierte en la parte central y fundamental para el desarrollo de cada persona, misma que va creciendo dentro de una sociedad y en este año jubilar 2025 bajo el lema “Peregrinos de la Esperanza” el Papa Francisco resalta la importancia de la Familia misma que tiene que crecer en amor, unidad y esperanza.
Por su parte, el Arzobispo de Tegucigalpa, Monseñor José Vicente Nácher, ha destacado lo siguiente: “Sin familia no hay identidad y sin identidad no hay misión”, resaltando de esta forma y recordándonos a cada uno de nosotros lo importante que son las familias dentro de nuestras sociedades para desarrollar personas de bien amando y entendiendo al prójimo. La familia tiene la misión de revelar, custodiar y comunicar el amor. Ese amor es el reflejo del Amor de Dios a los hombres y del Amor de Cristo a su Iglesia. Sólo en un ambiente amoroso puede el hombre aprender a desplegar plenamente su personalidad y alcanzar la meta que Dios propone a todo hombre: la santidad.
