La cercanía del Adviento y el fin del Año Litúrgico nos coloca textos en la Eucaristía, que proponen que coloquemos atención en la venida del Señor.
Siempre
Jesús dispuso de ejemplos para la mejor comprensión de su mensaje, sobre todo en temas un tanto complejos, que requerían una atención muy particular, por ello apela a las parábolas para ejemplificar nuestra actitud ante la segunda venida, dejando claro qué hacer y cómo hacerlo.
Atentos “Estar con las lámparas encendidas, es lo mismo que habitar en la luz de Cristo, estando en gracia de Dios, viviendo los sacramentos, que la santa Madre Iglesia nos da como un don”, así lo expresa la hermana Lesbia Perea, superiora de la Congregación de las Hermanas Misioneras del Sagrado Corazón, quien también expone que hay muchas formas de estar dispuestos al encuentro con el Señor, teniendo una adecuada preparación y destinando una vida de espiritualidad. Ella afirma que “rechazando la seducción del mal, que induce al pecado, viviendo de amor y con amor, esa es la muestra de que somos verdaderos discípulos de Cristo, si nos amamos los unos a los otros”. La examinación final se basa en cuánto amamos, “vivamos de amor y eso nos basta”, concluye la religiosa.
Acercamiento
La cercanía con la Palabra de Dios, meditarla y ponerla en práctica, aporta para que como las ‘’vírgenes prudentes’’ mostradas en la parábola de Jesús, tengamos una actitud de disponibilidad. Otro consejo podría ser la frecuencia de los sacramentos, sobre todo la Eucaristía y la Penitencia, creando un férreo compromiso de no pecar más y de valorar como se debe la celebración eucarística. La reconciliación con nosotros mismos y con los demás, es otra decisión para tomar para estar listos como lo pide el Señor, los rencores, odios y divisiones, no aportan a la vida cristiana, más bien, apartan al ser humano del rostro de Dios. Que el Señor, reconociendo las obras de nuestras manos, pueda decir: te conozco, entra en el reino heredado, el anhelo de todo seguidor de Cristo.