Los fariseos actúan como cuerpo y envían a sus discípulos, para poner a prueba a Jesús, sobre un tema llamémoslo comprometedor. Tema que para fariseos y herodianos estaban de acuerdo en pagar el tributo al César, mientras que era un tema agudo para los celotes, que lo rechazaban rotundamente. El conflicto no se plantea entre “impuesto sí o no”, sino entre partidarios y adversarios del impuesto al César. Mateo ha señalado que “Quieren tentar a Jesús y cazarlo por su palabra”. Él dice: “Traedme una moneda”. Aquí comienza el punto de partida de la respuesta de Jesús, la imagen grabada y la inscripción eran del César, por lo tanto, el tema no es pagar o no pagar, hay algo más importante que incluso es anterior al tema. La moneda refiere al poder de Roma temporal, Jesús ha venido para exigir el lugar de Dios en la vida de su pueblo, restituyéndole lo que en verdad sólo a Él se le puede dar. Como en la parábola del domingo pasado el vestido de fiesta era importante para participar del banquete, hoy, este Jesús de Mateo sigue buscando invitados que crean en el Reino de Dios, que va más allá del tributo que damos a los poderes de esta tierra, dejando que se de al César lo que es suyo, y perfilando un tipo de ciudadano que vive sumergido en esta realidad pero que busca anhelantemente dar a Dios lo que es legítimamente suyo, ya que solo Él es el dueño de la vida y de todo lo que la sostiene. La moneda no aparece como el anti-dios, pero va en esa línea donde nuestros ciudadanos absolutizan opciones de lucha por partidos políticos, trabajos laborales para enriquecerse, las satisfacciones del propio ego, que a la larga alejan del verdadero y único Dios.
Padre Tony Salinas, párroco San Juan Bautista, Ojojona