En misión | La Resurrección de Jesucristo es el fundamento de la Misión

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En nuestros tiempos se ha ido repitiendo una frase que, al parecer, viene de una convicción a toda prueba, una adhesión a Jesús sin ninguna duda, y esa expresión es: “Aunque se demostrara que no hubo resurrección, seguiría creyendo en Jesucristo siempre”. Y hay un serio problema en esto. Dejemos que San Pablo nos lo diga de manera clara. “Y si Cristo no resucitó, nuestra predicación no tiene contenido, como tampoco la fe de ustedes. Con eso pasamos a ser falsos testigos de Dios, pues afirmamos que Dios resucitó a Cristo, siendo así que no lo resucitó, si es cierto que los muertos no resucitan. Pues si los muertos no resucitan, tampoco Cristo pudo resucitar. Y si Cristo no resucitó, de nada les sirve su fe: ustedes siguen en sus pecados. Y, para decirlo sin rodeos, los que se durmieron en Cristo están totalmente perdidos. Si nuestra esperanza en Cristo se termina con la vida presente, somos los más infelices de todos los hombres. Pero no, Cristo resucitó de entre los muertos, siendo él primero y primicia de los que se durmieron. EN MISIÓN | Un hombre trajo la muerte, y un hombre también trae la resurrección de los muertos. Todos mueren por estar incluidos en Adán, y todos también recibirán la vida en Cristo” (Primera Corintios 15, 14-22) Y es este acontecimiento que fundamenta toda nuestra Fe, sin ello nada habría. Es tan importante la Resurrección de Jesucristo que es lo que impulso toda la acción misionera de la Iglesia después de la Ascensión de Nuestro Señor Jesús a los cielos. Y, dicho motivo, llevó el anuncio del Reino a todos los confines de la tierra. Como la experiencia de los discípulos de Emaús (cf. San Lucas 24, 13-33), que caminan sintiendo que todo lo que había hecho Cristo estaba terminado; en el encuentro con el Resucitado, todo cobró sentido, sentían un ardor que los consumía y volvió a ellos la esperanza y la alegría. Sin duda alguna, la resurrección nos impulsa a seguir los caminos de Jesús. ¿Qué hizo Jesús en la tierra? “Jesús recorría todas las ciudades y pueblos; enseñaba en sus sinagogas, proclamaba la Buena Nueva del Reino y curaba todas las dolencias y enfermedades” (San Mateo 9, 35). La Iglesia, desde sus inicios, siguió el ejemplo de Jesús para comprender su misión. Sus apóstoles y discípulos recorrieron territorios sin descanso, enseñaban en todo momento, anunciaban las novedades del Reino de Dios, sanaban las dolencias físicas, emocionales y espirituales que se presentaban a su paso. Y así, por los siglos hasta nuestros tiempos. ¡Que el Espíritu Santo nos anime a seguir haciéndolo mejor! ¡“Es verdad. El Señor ha resucitado” (cf. San Lucas 24, 34), su misión es Nuestra Misión!

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