En el camino a Emaús se cimientan los pilares eucarísticos de la Iglesia

Este pasaje bíblico nos recuerda como los dos discípulos pudieron reconocer a Jesús en la fracción del pan

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El texto evangélico nos muestra el encuentro con el Resucitado, el que llega a su punto más alto precisamente cuando se parte el pan. Es la Eucaristía misma que se hace presente al tomarlo, bendecirlo, partirlo y compartirlo. Luego de la muerte de Jesús, los apóstoles y muchos seguidores del crucificado se marcharon cabizbajos al contemplar que lo que había prometido no se cumpliría. Uno de los momentos es el que se da con dos caminantes que, rumbo a Emaús, experimentan la gloria de la resurrección.

Impacto

Las situaciones que apremiaban a los caminantes luego de la muerte del Señor, eran desolación y desesperanza, por lo que Diego Laínez, miembro de Pastoral Juvenil de la parroquia Santo Domingo Savio, es del criterio que “Talvez nos sintamos como los discípulos de Emaús, desanimados y derrotados, porque querían un mesías liberador, esto se asemeja a nosotros que nos sentimos agobiados por la pandemia, la guerra, la inseguridad, el desempleo”. Estas realidades, afirma Laínez, pueden traer un panorama poco alentador. “Jesús Resucitado camina con nosotros, se hace el encontradizo y así como los peregrinos lo reconocieron al partir el pan, también lo podemos reconocer en la Eucaristía”, concluyó.

Fundamental

El cantautor católico Andrés Ferrera, opina que “Aquello que Jesús va mostrando con su Palabra, enseguida se convierte en un pan que expresa lo que es su Cuerpo y Sangre”. Para Ferrera, el hecho de que los discípulos camino a Emaús hayan reconocido a Jesús Resucitado en la fracción del pan, es parte toral de la fe eucarística que el pueblo de Dios aún profesa, afirmando que “es un texto completamente eucarístico, ese encuentro con el Resucitado llega a su punto más alto, precisamente en el momento de partir el pan, porque allí es la Eucaristía misma que se hace presente al tomarlo”. La experiencia de los peregrinos de Emaús, provoca sin duda un antes y un después en la vida del cristiano, que al identificar que el Resucitado acompaña, nutre y motiva, encuentra en Él, un sentido pleno en la Eucaristía.

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