Finalizada la denominada ”Semana de Dolores”, la tradición y religiosidad popular, busca preparar una buena experiencia de la Semana Santa ya próxima a iniciarse, colocando los dolores de la Santísima Virgen María, como una antesala a lo que vivirá Jesús en su pasión y muerte.
Aunque es tradición y no liturgia, el impulso de esta celebración data del año 1742 con el Papa Benedicto XIII, en torno a la meditación mariana de los dolores en el viernes previo al Domingo de Ramos. A esta se le sumaba, la fiesta de Nuestra Señora de los Dolores, un día después de la de la Exaltación de la Santa Cruz, quedando únicamente esta última por mandato del Papa Pablo VI.
Como ha sucedido con el 03 de mayo, día de la Cruz, el Viernes de Dolores se quedó en el corazón de las tradiciones y en la actualidad, se mantiene la elaboración de altares, el rezo de los siete dolores de María Santísima y el nivel de intensidad del rezo del Santo Vía Crucis sube.
Otra explicación que puede surgir e incluso ayudar a la vivencia de este día, es la que supone que en solo ocho días, Jesús asumirá le sufrimiento en su pasión y muerte y como preparación a ello, se busca contemplar este paso en el Viernes con el ”Varón de Dolores”.