“Misericordia, Dios mío, por tu bondad: por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado. Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces”. Este es uno de los itinerarios espirituales que podemos utilizar en este tiempo de Cuaresma, el salmo 50, llamado por muchos “Miserere”.
Este himno, compuesto por el Rey David, es una oración penitencial en la cual la súplica de perdón es precedida por la confesión de la culpa y en la cual el orante, afirma el Papa Francisco, “Dejándose purificar por el amor del Señor, se convierte en una nueva creatura, capaz de obediencia, de firmeza de espíritu, y de alabanza sincera”.
La madre Cruz Idalia Pérez, explica que este texto bíblico nos invita a reconocer nuestra fragilidad, pero también la grandeza de Dios. “Él es amor, es misericordia, a quién clamamos y siempre está allí” dijo. Este salmo implora la misericordia y el perdón de Dios Padre, hace conscientes del pecado, pide la presencia permanente del Espíritu y reconoce la capacidad de Dios de obrar el milagro en aquellos que le buscan.
Perdón
Quien ora con este salmo busca el perdón, confiesa su propia culpa, pero reconociéndola celebra la justicia y la santidad de Dios. Y luego pide todavía gracia y misericordia. El Padre Juan Antonio Hernández, considera que, en esta escritura, se establece como los pasos propios en donde se muestra la realidad humana. “El reconocimiento de la culpa, del dolor, del pecado, pero también como segundo paso, abrirse a la misericordia de Dios y creo que un tercer paso fundamental es la alegría de ese encuentro” manifestó.
El sacerdote Hernández agrega que esta lectura manifiesta la cercanía de Dios, en el ser mismo de Dios que es la misericordia y este texto viene a evocar eso, que “el ser humano está herido, es vulnerable y por esa herida entra la misericordia de Dios” indicó. El pecado no es una mera cuestión psicológica o social; es un acontecimiento que afecta a la relación con Dios. El pecado, antes de ser una posible injusticia contra el hombre, es una traición a Dios, por lo que acudir a este texto sagrado, nos ayuda a buscar esa compasión que solo proviene de Dios.
Itinerario
Este tiempo penitencial, es una oportunidad para volver a Dios, es así, que este pasaje se convierte en un camino para acercarse al Señor. La religiosa Cruz Idalia, explica que, al rezarlo. “Le pedimos lavar nuestros delitos y todo aquello que nos impide acercarnos a Él a través de los demás”. Añade que es un salmo que nos invita y nos reta a ser misericordiosos. El Padre Alex Hernández, comparte este criterio, al señalar que el Salmo 50 es el texto que nos habla de la misericordia divina. “Reconocemos delante de Dios, lo que somos, la grandeza del amor de Dios que nos levanta cada vez que nos caemos, dar a conocernos a nosotros mismos, nuestras necesidades, nuestras dificultades y presentarnos delante de Dios” detalló.
Caminar
El presbítero revela que este itinerario se nos presenta en la misma Sagrada Escritura, porque muchas veces nos olvidamos de esa realidad humana que nos traiciona, “Toda nuestra vida es un itinerario, todos los días estamos invitados a la conversión” aseveró.
En este tiempo de Cuaresma, tenemos que ir viendo poco a poco y paso a paso, toda la bondad de Dios presente en nuestras vidas. En estos últimos dos años, en donde se ha podido ver todo lo que sufren las personas por la soledad, debemos descubrir la presencia de Dios. “Es una buena oportunidad para acercarnos al dolor del otro y al dolor que Dios está experimentando también” comentó la Madre Cruz Idalia
El Papa San Juan Pablo II, comentando el Salmo 50, evocaba las palabras de santa Faustina Kowalska que afirmaba: “Todo empieza en tu misericordia y en tu misericordia termina”. Confiados en esta misericordia del Señor iniciamos nuestro itinerario cuaresmal.
1 Conversión
En esta Cuaresma se llama a los cristianos a la penitencia y conversión. El Salmo 50 se convierte en el himno que cada cristiano puede elevar a Dios, reconociendo su culpa, pidiendo un corazón puro y proclamando la alabanza del Creador.
2 Perdón
El perdón también tiene que ver con el amor. Este valor no es solamente un olvido del pasado, una despercudida, sino el surgimiento de un “nuevo ser”: misterio conmovedor, repetido mil veces en la Biblia.
3 Liturgia
Cada viernes, en la Liturgia de las Horas, la Iglesia escucha en el Salmo 50 la voz de su Señor que, agonizante, mientras pende del trono de la Cruz, carga sobre sí el peso inconmensurable de los pecados de cada uno de los hombres.