San Juan Bosco siempre decía “No hay jóvenes malos, hay jóvenes que pueden ser buenos y alguien tiene que decírselos”. Bajo esta premisa, es urgente promulgar en la actualidad, una cultura del pudor, que respete la dignidad de las personas y los lleve a vivir a plenitud los valores del Reino de Dios.
Realidad
En la actualidad se vive en una sociedad inmersa en el consumismo y relativismo, en donde todo parece estar “bien”, en donde exigen “libertad” para desatar los deseos más desenfrenados sin medir las consecuencias y sin tener la más mínima responsabilidad. Hoy es común ver en las redes sociales a miles de jóvenes que ofrecen sus cuerpos en busca de un “like”, situación que los denigra. Asimismo, en estos espacios se puede llegar a pisotear la dignidad de una persona cuando se juzga por lo que tiene o como se viste, por su aspecto o su forma de pensar. Para muchos jóvenes, hoy en día todo es relativo.
Bien decía Benedicto XVI que ya no se “Reconoce nada como definitivo y que deja solo como medida última al propio yo y sus apetencias”. Es por ello, que en este tiempo es de vital importancia recuperar el pudor y la moral para presentar la verdadera dignidad de hijos de Dios que toda persona tiene y se merece.
Sobre esta temática, el Padre José Antonio Chavarría, encargado de la Pastoral Juvenil de la Arquidiócesis de Tegucigalpa, advierte que “El bombardeo que tenemos a nivel de medios, el bombardeo mediático, ya sea por la televisión, redes sociales, la radio y prensa escrita es muy grande, hay que hacer una lucha muy fuerte para contrarrestarlo”. Se vive una cultura de los derechos y las libertades que promueven para que las personas pueden hacer lo que quieran, cuando quieran, con quien quieran y a la hora que quieran, viviendo en un mundo de placer y hedonismo.
Propuestas
El Presbítero Chavarría considera que se debe lograr que los jóvenes pongan la mirada en Jesús y su proyecto de vida. “Creo que se trata de eso, que volteen a ver a Jesús y puedan encontrar en Él, el modelo de hombre a seguir y un estilo de vida particular, porque la persona que se encuentra con Jesús o el joven que logra encontrarse con Él, va a adquirir una manera de ser y una manera de vivir en el mundo bajo la propuesta de Cristo” expuso.
Sumado a esto, el Padre Javier Martínez, experto en moral cristiana, aconseja que “Es importante la formación de la conciencia en los jóvenes, porque una conciencia bien formada permite que el joven haga el bien y evite el mal y, sobre todo, respete la dignidad de la persona, configure toda su sexualidad y toda dimensión humana para que le permita ser más humano, sobre todo, tener un comportamiento ético y vivir el amor en la pureza y en libertad”.
Conciencia
Ahondando en esta temática, el Padre Javier afirma que “la formación de la conciencia permitirá que el hombre y la persona de manera especial, el joven, pueda salir de ese secularismo, donde poco a poco, todo es permitido, todo es avalado” el presbítero además agregó que “como hoy se le presenta al joven que todo es permitido, igual todo debe ser aceptado, pero quien tiene una conciencia bien formada, no lo acepta todo, sabe discernir, sabe elegir y, sobre todo, acompaña su elección conforme al bien y a la voluntad de Dios”.
Una de las claves para impulsar la conciencia despierta en los jóvenes, es que los padres abran su corazón y confíen en ellos, así lo afirma Johana Moreno, voluntaria de Provida y agrega que “De lo contrario, los jóvenes confiarán en un mundo lleno de mentiras y acciones que atentan contra la moral, los valores cristianos y contra la vida misma. No deben juzgar ni menospreciar a sus hijos para que las vías de comunicación estén abiertas y puedan orientarlos con los principios de la Palabra de Dios, por el camino del bien mediante la disciplina y la transmisión del conocimiento del mejor manual creado, la Biblia”.
Iglesia
El papel de la Iglesia en esto es fundamental, el Padre Javier aconseja que “No debemos de cansarnos de ir buscando como hablar al corazón, creo que es una de las características muy importantes, lógico que, si buscamos enfrentar al joven, este genera un mecanismo de defensa que rechaza la instrucción y la educación. Pero si hablamos al corazón y al joven también, en medio de sus deseos y de aquellas realidades que son propias a esta edad, se busca la forma de poder llegar a su interior.
El joven no lo ve como un rechazo, ni como una imposición, sino al contrario, como una iluminación que es lo que debe hacer. La Iglesia no se puede cansar de iluminar la conciencia, es importante seguir con esta tarea a pesar de que vayamos en contracorriente, iluminar la conciencia ayuda a tener personas con una moral, con un comportamiento ético, sobre todo con una claridad del bien que se debe hacer”.
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