“Los fariseos estaban al acecho de Jesús, para ver si curaba y tener de qué acusarlo”, con esta expresión inició la homilía hoy el padre Rodolfo Varela en la Basílica de Suyapa.
¿Quiénes son los que están al acecho? continuo, los que hacen el bien o los que hacen el mal, están vigilando para ver de qué acusarlo para meter cizaña, para truncarle el camino al Señor, cuál es nuestro papel al momento de observar a los demás.
Jesús expresó, cuando observa es para dar ejemplo, es para que se conviertan, es para decir en que mejorar, los fariseos cuando observan, es para señalar, es para juzgar, es para truncar el camino, nosotros no podemos ser como los fariseos, observan solo para dañar, no para edificar, no para construir, ellos no dicen nada solo están al acecho.
“Jesús conoce sus intenciones y pone al hombre de la mano paralizada en medio, y dice que tenía la mano derecha paralizada, tener la mano derecha paralizada para aquel entonces tiene un significado profundo, la mano derecha es con la que nosotros trabajamos normalmente, en aquel tiempo no se tomaba mucho en cuenta a los que eran zurdos, sino a los diestros y con la mano derecha se realizaba todo”.
La mano derecha sostuvo era símbolo de creatividad, porque la mano sirve para realizar las obras de allí viene la expresión y que Dios bendiga las obras de tus manos, pero haciendo énfasis en la mano derecha que es con la que trabaja la mayoría de las personas y representa la creatividad.
Este hombre de la mano paralizada viene a representar a todo el pueblo de Israel, que tiene la creatividad paralizada porque, por una ley recalcitrante, una ley que endurece el corazón, una ley que paraliza las emociones, una ley que impide ver lo bueno y hacer el bien y que incita a los fariseos a estar viendo quien se equivoca para tener de que acusarlo.
Nosotros recalcó el sacerdote, “tenemos que pedirle al Señor que nos dé un corazón de carne, dócil que despierte la creatividad para que, para hacer el bien, no para hacer el mal, que el Señor quite esa parálisis de nuestra vida, muchas veces nosotros quedamos paralizados a la hora de hacer el bien y allí es donde entramos en el pecado de omisión”.
El pecado de omisión es cuando yo pudiendo hacer el bien no lo hago, ¿por qué? Porque todo me paraliza, el miedo me paraliza, la pereza me paraliza, la incertidumbre me paraliza, pidámosle al Señor, que así como le extendió la mano derecha a este hombre y le quito la parálisis, quite la parálisis de nuestro corazón, para poder hacer el bien y dejar de ver en que se equivocan los demás, para truncarles la vida, para comenzar a ver adonde podemos hacer el bien, para edificar la vida concluyó.