En la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, el Papa Francisco participó en la tradicional oración en la Plaza de España en Roma en honor a la Virgen María. Antes, hizo una parada en la basílica de Santa María la Mayor para rendir homenaje a la Virgen Salus Populi Romani y ofrecerle la Rosa de Oro.
Durante la oración en la Plaza de España, el Papa rezó por diversas necesidades, agradeciendo a María por su presencia constante. Expresó su necesidad de María como la Inmaculada Concepción, destacando que el mal no tiene la última palabra y que nuestro destino es la vida, la fraternidad y la paz.
El Papa dedicó sus pensamientos y oraciones a los pueblos oprimidos por la injusticia y la pobreza, especialmente mencionando al pueblo ucraniano, así como a los pueblos palestino e israelí inmersos en la violencia. También recordó el dolor de las madres que pierden a sus hijos por la guerra, el terrorismo, la migración y la adicción.
Dirigiéndose a María como mujer, el Papa pidió su ayuda para combatir la violencia contra las mujeres en todo el mundo, instando a un camino de educación y purificación. Concluyó pidiendo a María que muestre el camino de la conversión, reconociendo que el mundo cambia cuando los corazones cambian, enfatizando la importancia del perdón y el arrepentimiento.