Santa Teresita del niño Jesús y de la Santa Faz, fue una carmelita descalza, que vivió únicamente 24 años que bastaron para dejar un inmenso legado espiritual para la humanidad. Esta gran santa, a su corta edad y con su profunda experiencia de vida, vivió un “caminito” como ella le llamaba, de completo abandono en Dios.
El Padre Juan Ángel López Padilla, sacerdote de la Arquidiócesis de Tegucigalpa, enfatiza en que la santa vivió una vida extraordinaria, “el vivir la infancia espiritual que consistía en sentirse como una pequeña pelotita en los brazos del Señor
Infancia
Santa Teresita dejó al mundo un enorme aporte con la vía de la infancia espiritual, que es inspirada gracias a las palabras del Señor en el Evangelio «Si no os hacéis como niños no entraréis en el reino de los Cielos». (Mateo 18,3). El Papa Pío X, en la homilía de su canonización expresó: “Nos concebimos la esperanza de ver nacer, en las almas de los fieles de Cristo, como una santa avidez de adquirir esta infancia evangélica, la cual consiste en sentir y obrar, bajo el imperio de la virtud, tal como siente y obra un niño llevado de su natural”
Refiriéndose así, a la sencilla pero profunda espiritualidad en la que Teresita optó vivir y dejó plasmada en sus escritos espirituales: ser como niña, pequeña y débil abandonada en los brazos de su padre “En vez de desalentarme, me he dicho: Dios no inspira deseos irrealizables; puedo, pues, a pesar de mi pequeñez, aspirar a la santidad. ¡Engrandecerme, es imposible! He de soportarme tal como soy, con mis innumerables imperfecciones; pero quiero buscar la manera de ir al cielo, por un caminito muy recto, muy corto, por un caminito enteramente nuevo.
Teresita nos enseña que mis limitaciones o pobrezas, no son un impedimento para acercarnos a Dios, sino que más bien es que a través de ellas, puedo encontrarlo.
