El hambre es un crimen que viola los Derechos Humanos: Francisco

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Con motivo de la Pre-Cumbre de las Naciones Unidas sobre Sistemas Alimentarios que se desarrolla en Italia, el Papa Francisco envío un mensaje al señor António Guterrez, Secretario General de las Naciones Unidas, en donde afirmó que “Producimos alimentos suficientes para todas las personas, pero muchas se quedan sin su pan de cada día. Esto ‘constituye un verdadero escándalo’, un crimen que viola derechos humanos básicos. Por lo tanto, es un deber de todos extirpar esta injusticia mediante acciones concretas y buenas prácticas, y a través de políticas locales e internacionales audaces”.

Asimismo, enfatizó que se necesita una nueva mentalidad y un nuevo enfoque integral y diseñar sistemas alimentarios que protejan la Tierra y mantengan la dignidad de la persona humana en el centro; que garanticen suficientes alimentos a nivel mundial y promuevan el trabajo digno a nivel local; y que alimenten al mundo hoy, sin comprometer el futuro. 

Este encuentro es preámbulo de la cumbre mundial final, que se celebrará en septiembre de 2021 en Nueva York. Participan jóvenes, agricultores, pueblos indígenas, la sociedad civil, investigadores, el sector privado, líderes políticos y ministros de agricultura, medio ambiente, salud, alimentación y finanzas. El evento pretende presentar los últimos enfoques científicos para transformar los sistemas alimentarios, lanzar una serie de nuevos compromisos mediante acciones conjuntas y movilizar nuevos fondos y asociaciones.

Por su importancia, compartimos íntegramente el mensaje del Papa Francisco para esta pre cumbre mundial sobre sistemas alimentarios:

MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
 AL SEÑOR ANTÓNIO GUTERRES,
SECRETARIO GENERAL DE LAS NACIONES UNIDAS,
PARA LA PRE-CUMBRE SOBRE LOS SISTEMAS ALIMENTARIOS DE LA ONU


[ROMA, 26 DE JULIO DE 2021]

Excelencias,
Señoras y Señores:

Saludo cordialmente a cuantos participan en este importante encuentro, que pone nuevamente de manifiesto cómo uno de nuestros mayores retos actuales es vencer el hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrición en la era de la COVID-19.

Esta pandemia nos ha enfrentado con las injusticias sistémicas que socavan nuestra unidad como familia humana. Nuestros hermanos y hermanas más pobres, y la Tierra, nuestra Casa Común que “clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella” [1], exigen un cambio radical.

Desarrollamos nuevas tecnologías con las que podemos aumentar la capacidad del planeta para dar frutos, y sin embargo seguimos explotando la naturaleza hasta el punto de esterilizarla [2], ampliando así no solamente desiertos externos sino también desiertos espirituales internos [3]. Producimos alimentos suficientes para todas las personas, pero muchas se quedan sin su pan de cada día. Esto “constituye un verdadero escándalo” [4], un crimen que viola derechos humanos básicos. Por lo tanto, es un deber de todos extirpar esta injusticia [5] mediante acciones concretas y buenas prácticas, y a través de políticas locales e internacionales audaces. 

En esta perspectiva, juega un papel importante la transformación cuidadosa y correcta de los sistemas alimentarios, que debe estar orientada  para que sean capaces de aumentar la resiliencia, fortalecer las economías locales, mejorar la nutrición, reducir el desperdicio de alimentos, brindar dietas saludables accesibles para todos, ser ambientalmente sostenible y respetuosas con las culturas locales.

Si queremos garantizar el derecho fundamental a un nivel de vida adecuado [6] y cumplir nuestros compromisos para alcanzar el objetivo Hambre Cero [7], no basta con producir alimentos. Se necesita una nueva mentalidad y un nuevo enfoque integral [8]y diseñar sistemas alimentarios que protejan la Tierra y mantengan la dignidad de la persona humana en el centro; que garanticen suficientes alimentos a nivel mundial y promuevan el trabajo digno a nivel local; y que alimenten al mundo hoy, sin comprometer el futuro.

Es esencial recuperar la centralidad del sector rural, del que depende la satisfacción de muchas necesidades humanas básicas, y es urgente que el sector agropecuario recupere un rol prioritario en el proceso de toma de decisiones políticas y económicas, orientadas a delinear el marco del proceso de “reinicio” post-pandemia que se está construyendo. En este proceso los pequeños agricultores y las familias agrícolas deben ser considerados actores privilegiados. Sus conocimientos tradicionales no deben pasarse por alto ni ignorarse, mientras que su participación directa les permite comprender mejor sus prioridades y necesidades reales. Es importante facilitar el acceso de los pequeños agricultores y de la agricultura familiar a los servicios necesarios para la producción, comercialización y uso de los recursos agrícolas. La familia es un componente esencial de los sistemas alimentarios, porque en la familia “se aprende a disfrutar el fruto de la tierra sin abusar de él y se descubren las mejores herramientas para difundir estilos de vida respetuosos del bien personal y colectivo” [9]. Este reconocimiento debe ir acompañado de políticas e iniciativas que satisfagan plenamente las necesidades de las mujeres rurales, fomenten el empleo de los jóvenes y mejoren el trabajo de los agricultores en las zonas más pobres y remotas.

Somos conscientes de que los intereses económicos individuales, cerrados y conflictivos —pero poderosos— [10] nos impiden diseñar un sistema alimentario que responda a los valores del Bien Común,a la solidaridad y a la “cultura del encuentro”. Si queremos mantener un multilateralismo fructífero [11] y un sistema alimentario basado en la responsabilidad, la justicia, la paz y la unidad de la familia humana es primordial [12].

La crisis a la que actualmente nos enfrentamos es en realidad una oportunidad única para entablar diálogos auténticos, audaces y valientes [13], abordando las raíces de nuestro sistema alimentario injusto.

A lo largo de esta reunión, tenemos la responsabilidad de realizar el sueño de un mundo en donde el pan, el agua, las medicinas y el trabajo fluyan en abundancia y lleguen primero a los más menesterosos. La Santa Sede y la Iglesia católica se pondrán al servicio de este noble fin, ofreciendo su contribución, uniendo fuerzas y voluntades, acciones y sabias decisiones.

Pido a Dios que nadie quede atrás, que toda persona pueda hacer frente a sus necesidades básicas. Que este encuentro para la regeneración de sistemas alimentarios nos ponga en camino para construir una sociedad pacífica y próspera, y sembrar semillas de paz que nos permitan caminar en autentica fraternidad [14].

Vaticano, 26 de julio de 2021

Francisco

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