
TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Durante el proceso de discernimiento vocacional, muchos jóvenes pueden sentir que han fracasado, cuando descubren que el camino que anhelaron no es lo que Dios les está pidiendo. Ante esto, es importante aceptar esa realidad con paz y buscar nuevas opciones. El discernimiento no es un fracaso, sino un proceso de aprendizaje y crecimiento que ayuda a descubrir lo que realmente Dios quiere de uno.
El discernimiento vocacional hacia la vida consagrada es un proceso profundo de escucha y respuesta al llamado de Dios. No es solo una decisión profesional o de estilo de vida, sino una entrega total a Dios en el servicio y amor a los demás. Para el Padre Carlos Rubio, promotor vocacional de la Arquidiócesis de Tegucigalpa, hay muchos que se dan cuenta que no están preparados en el momento y entonces prolongan el discernimiento, otros inmediatamente dicen este no es mi camino y optan por otra decisión, por otra opción. “Valga la palabra, pero eso es el discernimiento. Adentrarse en la profundidad de la persona y de las cualidades de las virtudes de los aspectos antropológicos de la vocación para saber si se está preparado o no”, dijo.
El psicólogo Asdrúbal Henríquez, explica que se debe tener en cuenta que la vocación religiosa no es nada mágico, que aparece de la nada en un momento cualquiera. Como toda vocación siempre hay indicadores; ejemplo, si un joven desea estudiar ingeniería civil se le va a observar el gusto por el cemento, las herramientas, las medidas, las matemáticas; para ese joven todo es práctico y no anda con muchos “rodeos” para decir y que le digan las cosas. De igual manera, si un joven desde niño no ha sido nada espiritual, no hace caridad, desprecia cualquier actitud religiosa, nunca tocó una Biblia; de él no se puede esperar mucho. La vocación se ve, se nota, es evidente.
DECISIÓN AL MOMENTO DE ACEPTAR EL LLAMADO
Si un joven desea ser sacerdote, pero no desea dejar de ser comerciante, no desea abandonar la política o es muy afectivo con su familia, con su madre o es muy enamoradizo él con las muchachas o ella con los muchachos; si no renuncia a su “yo” y a sus placeres, no es digno de mí, dice el Señor Jesucristo.