Los llamados de Dios resultan de cierta manera, una invitación no solo a seguirle, sino a poder ofrecer lo mejor o incluso, lo poco que tenemos; pero la vocación no solo se limita en quienes optan por ser presbíteros, religiosas o quienes contraen matrimonio, la vocación está implícita en cada acción, en los trabajos, en los estudios, en los oficios y es allí, donde el discernimiento juega un papel fundamental para guiar buenas decisiones y fortalecer las que aún están en duda.
Primordial
En las decisiones vocacionales, debe estar el discernimiento como una pieza fundamental en las determinaciones, así lo afirma el Padre Heber Espinal, Formador en el Seminario Mayor Nuestra Señora de Suyapa y quien a diario, observa cómo se van fortaleciendo los “sí” que dieron los seminaristas. El presbítero afirma que “con el discernimiento podemos movernos a ser felices en nosotros mismos pero también a colaborar en la felicidad de los demás, discernir quiere decir: saber elegir, escuchar o decidir, lo que más nos conviene de manera cierta pero también nos sirve para descubrir en qué le hacemos bien a la comunidad”.
La vocación ya sea a la vida religiosa o en el aspecto profesional, va ligada a un proceso de realización, en el que se da paso a elementos que den satisfacción, esto lo reafirma el presbítero Espinal, mencionando que “vamos descubriendo a lo que somos llamados y encontramos dónde sentirnos realizados”.
Por su parte, el Seminarista Renán Gamaliel de la Arquidiócesis de Tegucigalpa, afirma que “con el discernimiento vamos descubriendo a diario lo que Dios desea de nosotros y cómo reaccionar ante las situaciones de vida, no solo en un aspecto personal sino comunitario y en bien de las mayorías”.
Integral
El discernimiento no solo es adaptable a temas de fe, va de la mano también con la cotidianidad del ser humano, así como lo resalta el Catecismo de la Iglesia Católica al colocar que la persona debe emitir juicios correctos para decidir entre el bien y el mal, de la misma manera para elecciones que requieren un criterio más amplio, lo asevera Joaquín Olivera, profesor de Educación Media, quien manifiesta que “al discernir en la vida cotidiana, nos encontramos con un abanico de oportunidades, pero es importante podamos hacer un buen discernimiento para que nuestros resultados sean los mejores”.
El docente, expresa también que, en el ámbito educativo, es clave que se discierna bien y es “con personas alrededor que sepan guiar como se obtiene una buena guía para decidir el futuro inmediato y a largo plazo de una persona, es en la juventud cuando el discernimiento toma papel preponderante”.
El Profesor Olivera, destaca que “esta capacidad nos ayuda a evitar errores impulsivos y a elegir caminos que conduzcan a un mayor bienestar y satisfacción personal”. El discernimiento nos permite reconocer y aprender de nuestras experiencias, desarrollando una mayor comprensión de nosotros mismos y del mundo que nos rodea, concluyó el maestro. En un mundo lleno de información y opciones, el discernimiento actúa como una brújula, guiándonos hacia decisiones que reflejan nuestra verdadera esencia y propósito.
Realidad
Para asumir una vocación, se debe discernir de la mejor manera, así lo afirma el Héctor Enrique Lazo, Seminarista de la Arquidiócesis de Tegucigalpa, quien además expone que “para poder tener un buen discernimiento uno debe analizarse a sí mismo, una preparación y, sobre todo, mucha oración”. A la luz de examinar el propio yo, se puede dar respuesta a una determinada vocación, esto es importante para discernir y descubrir qué es lo que Dios tiene como plan.
El Seminarista de Santa Rosa de Copán, Daniel Zelaya, expresa que “el discernimiento es un proceso no muy fácil porque la vocación de la vida es muy necesaria, pero al tener una vocación específica como llamado de Dios para servir en una comunidad o a la sociedad”. El seminarista finalizó diciendo que “para responder a la invitación del Señor, se debe tener claridad de para qué estamos hechos. La vocación, es un don y como tal, debe ser asumida en las mejores condiciones, habiendo hecho revisión de capacidades, renuncias y disposiciones”.
EN EL CATECISMO
En la primera sección de la III parte del Catecismo de la Iglesia Católica, se habla mucho sobre el discernimiento, abogando a una toma de decisiones en conciencia y con juicios según criterios correctos. Los numerales también enfocan a la Palabra de Dios y la oración, como principales guías en los procesos de decisiones que ejerce el ser humano, resaltando que la vocación del hombre debe estar basada en certeza, verdad y elocuencia. En este discernimiento, ingresa, afirma el Catecismo, la opción entre el bien y el mal, algo que está intrínseco en la humanidad pero que no se toma muy en cuenta.