La problemática nacional, el Covid-19, la pobreza, el desempleo y la incertidumbre electoral son algunos factores que han contribuido para provocar una nueva especie de “pandemia” en la sociedad, nos referimos al pesimismo, que evoca en las personas la decepción en y hace que se conformen, perdiendo las ansias de un sueño más grande.
Esperanza Ante esta realidad, la celebración del primer domingo de Adviento es un ápice de esperanza, porque justamente este don de Dios, es uno de los frutos que este tiempo litúrgico nos entrega. Según el Padre Rodolfo Varela, la esperanza es “don y tarea”, don de Dios, porque es una virtud teologal que tenemos que pedirle al Señor y una tarea, porque consiste en poner de nuestra parte para hacer de una Honduras y una sociedad mejor.Para ello, es importante realizar actividades concretas que ayuden a cambiar la sociedad.
Labor Jorge Sierra, integrante del Instituto Hondureño de Doctrina Social de la Iglesia, considera que debemos buscar la unidad en el hogar y acercarnos al Señor para que nos dé las directrices de cómo ser mejores cristianos, teniendo en cuenta que Dios hará que este mundo cambie para bien. Es por ello que, Dios que se hará niño, es nuestra esperanza. El llamado es que “Seamos también un signo de esta esperanza para los pobres” aseveró Sierra.
Es importante entender que este don de Dios va más allá de un mejoramiento social, ya que, como menciona el Papa emérito Benedicto XVI, “Va más allá de la legítima esperanza de una liberación social y política, porque lo que Jesús inició es una humanidad nueva, que viene de Dios”.
Jorge Sierra, Feligrés
“La familia está dividida y ya no creemos en nada. Este tiempo de Adviento nos llama a no perder la esperanza, porque para Dios no hay nada imposible”