Para algunas mujeres, quedar embarazada, tomar la decisión de abortar y llevarla a cabo es uno de los momentos más graves en sus vidas. Un momento en que todo se paró y significó un antes y un después. Muchas mujeres definen que todo lo que las envolvió a su aborto fue “lo peor que les pudo haber pasado”.
Si las palabras tienen una vibración, una resonancia, la sola pronunciación de la palabra aborto ya es dolorosa. Esta palabra puede quedarse atragantada y ser susurrada en la intimidad de una conversación entre dos mujeres, susurro que da a entender una mala digestión.
Hablar del aborto te confronta con la muerte, la maternidad y el dolor. Son realidades que atañen al ser más profundo de la persona, desde donde debe encontrar cómo gestionar su propio sufrimiento, y una respuesta personal y única del significado de la muerte y el ser madre.
Cuando se aborta se tiene que hacer frente a estas preguntas, y no a un nivel teórico, sino a un nivel práctico de una realidad insospechada. La mayoría de las mujeres no se cuestionan nada hasta que la vida lleva a su puerta una pérdida o una encrucijada.
La mujer que ha abortado se interpela sobre el sentido de la vida, plantea preguntas sobre la muerte, la vida y el más allá. Tal vez en el momento se responden rápido y superficialmente debido a la urgencia de decidir y tomar acción, pero es posible que, como fantasmas, la acosen y sigan haciéndola sufrir, un sufrimiento que se multiplica porque no se sabe cómo reaccionar a un dolor que no se entiende: el aborto voluntario, en la mayoría de los casos, duele porque inconscientemente es admitir la propia culpa de esa decisión, y el sufrimiento es aún más profundo cuando nadie quiere oír hablar de ese dolor, y los que quieren, con frecuencia no terminan de entender.
Hablar del aborto no es fácil, pero es importante hacerlo, cuando el momento histórico llama a la puerta, ya no se puede hacer como que no se escucha.
Solo queda abrirle para trabajar en futuro sin heridas abiertas y llevar luz al pasado.
Si has vivido la experiencia de un aborto, busca dirección espiritual, reconcíliate con el Señor por medio de la Confesión, habla de esa pérdida, sana ese dolor, pues el perdón de Dios es liberador.
(Fragmento tomado del libro Cartas intimas después de un aborto voluntario)