Editorial | Nuestra voz | ¡Un papá como San José!

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Como destacaba el Papa Francisco en su exhortación apostólica postsinodal “Amoris Laetitia” (La Alegría del amor), en una “sociedad sin padres” la figura del papa junto a la de la mamá, se levanta como necesaria para la madurez y crecimiento de los hijos, porque la sociedad y el colegio pueden preparar futuros médicos e ingenieros, pero, en ningún caso, podrán transformar ni un sólo niño en un futuro esposo o esposa o en un futuro padre feliz.

San José, padre en la tierra de Jesús y en cuya fiesta, 19 de marzo, se celebra el Día del Padre, es la figura que nos habla de un padre fiel, custodio de la seguridad emocional, física y espiritual de su hijo, que siempre se apoyó en Dios y acepto su voluntad sobre sí mismo y sobre su hijo; ese hombre nos ayuda hoy a descubrir y analizar la importancia y el papel que jugamos en la vida de nuestros hijos e hijas, desde el momento que se nos anuncia que seremos padres, cómo no recordar el momento en que San José recibe la noticia de que su prometida está embarazada, su primera reacción de asombro, de duda, de perplejidad, de negación y su abnegada respuesta, reflejo de su obediencia a Dios de proteger a María y al niño que llevaba en sus entrañas.

De ahí, que ante la tentación de algunos padres de sentirse inútiles o innecesarios hay que resaltar que los hijos necesitan encontrar un papá que los espera cuando regresan de sus fracasos, como en la conocida parábola del “Hijo pródigo” (Lc 15: 11-32), o que les toma de la mano para llevarlos por el camino y las experiencias de cada día; pero para eso hay que estar presente y no ausente porque Dios pone al padre en la familia para que, con las características valiosas de su masculinidad, sea cercano a los hijos en su crecimiento: cuando juegan y cuando trabajan, cuando están tranquilos y cuando están angustiados, cuando dan un paso equivocado y cuando vuelven a encontrar el camino y cumple plenamente su tarea cuando se vuelve “inútil” porque ha logrado que los hijos e hijas han logrado ser autónomos y caminan solos por los senderos de la vida.

Un padre con una clara, definida y feliz identidad masculina, que a su vez combina en su trato con la mujer el afecto y la protección, es tan necesario como los cuidados maternos porque no hay duda que existen roles y tareas flexibles, que se acomodan a las circunstancias concretas de cada familia, pero la presencia clara y bien definida de las dos figuras: femenina y masculina, crea el ambiente más adecuado y propicio para la sana maduración de los hijos. San José en cada circunstancia de su vida supo pronunciar su “si” como la Virgen María en la Anunciación, de tal modo que los padres también deben ponerse a la escucha de Dios y ver qué es lo que quiere de ellos, de esta forma también serán conscientes de que Dios les ayuda en esta tarea y vocación. ¡Feliz Día del Padre! Gracias por ser pilares de amor y sabiduría en la vida de sus hijos.

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