Editorial |Nuestra voz |Nuestra historia, nuestro orgullo. ¡Felices Fiestas Patrias!

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Cada 15 de septiembre, Honduras, se viste de gala para conmemorar su independencia, del yugo español, un hito histórico que marcó el inicio de una nación como un país libre y soberano y no hay mejor manera de hacerlo que con palabras que resalten nuestra identidad y valores. Sin embargo, 203 años después, se enfrentan desafíos que recuerdan que la lucha por la verdadera independencia y justicia social continúa, pues un país es más que su territorio, bendecido en el caso hondureño, con una de las mayores diversidades de climas, fauna y flora; o que su gente, igualmente diversa en sus culturas y orígenes étnicos. Es la suma de esos factores más su historia y su proyección hacia el futuro; lo que hace que no se pierda la esperanza de una nación que sueña con mejores estadios de vida.

A lo largo de la historia, el pueblo hondureño ha enfrentado múltiples adversidades: una administración pública en manos tan poco habilitadas para conseguir objetivos urgentes. Serias acusaciones de corrupción, junto con altos índices de pobreza, miseria y hambre siguen siendo problemas persistentes que afectan a millones de compatriotas. Estas dificultades se agravan por el recrudecimiento de la violencia, que ha dejado a los habitantes de varias zonas invadidas por el narcotráfico y el crimen organizado, en una situación desesperante ante la falta de seguridad y las crecientes amenazas que han generado un ambiente de miedo e incertidumbre, pero sin lugar a dudas, los hondureños, desde siempre y para siempre han sido un pueblo valiente y perseverante.

En este Día de la Independencia, es crucial recordar que la lucha no ha terminado que se debe continuar trabajando juntos para derrotar la pobreza, la miseria y el hambre que aún golpean a esta generosa patria, porque la unidad es su mayor fortaleza y solo a través de ella se podrá construir un futuro mejor y un cambio real y positivo para todos los hondureños. Por supuesto que hay personas que aman más sus intereses particulares que a la patria, pero son, además de una minoría, lo que el común de la gente rechaza y no serán ellos quienes definan la agenda común, sino quienes buscan la mejora constante de sus condiciones, construyendo así un mejor futuro para sí, para sus hijos e hijas y para las futuras generaciones en general.

En estos tiempos difíciles, recordemos las palabras de las Sagradas Escrituras: “ ¡Qué bueno y qué tierno es ver a esos hermanos vivir juntos! Salmo 133,1; la unidad y la solida ridad son esenciales para superar los desafíos que se enfrentan como nación. Que este 15 de septiembre sea un día para renovar nuestro compromiso con la justicia social, la paz y el bienestar de todos los hondureños con la mirada puesta en el futuro, que se muestra enigmático y conflictivo en lo inmediato, pero también auspicioso en el mediano y largo plazos; mirando no la mezquina división por partidos políticos sino más allá, para extraer el máximo provecho de la grandeza y la vocación productiva, intelectual y cultural de su gente. Honduras es, pues, todo lo que podamos hacer de ella y mucho más. ¡Feliz Día de la Independencia, ¡Honduras!

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