Editorial | Nuestra voz: Los teléfonos “inteligentes” y la destrucción de la familia

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La escena ya no es ajena para nadie: papás que, sin importar el escenario, parecen no poder evitar estar más pendientes de sus celulares que de sus propios hijos. Esta parece ser una evidencia de que las nuevas tecnologías amenazan también con fracturar las relaciones familiares. Aunque las investigaciones no se hayan realizado en Honduras, si podemos extrapolar los resultados al hacer una breve observación del comportamiento de las familias en los lugares públicos, en donde se comprueba que en casi el 75 por ciento de los casos, los adultos utilizan el celular durante la comida con su familia o pareja.

El grado de interacción con los dispositivos va desde no sacar el teléfono o ponerlo sobre la mesa (menos del 10 por ciento de los casos) hasta usarlo casi en forma constante olvidándose del entorno. Las respuestas de los niños son variadas pero la mayoría reaccionan con angustia o haciendo rabietas. Hoy, esta conducta de ignorar a los que nos rodean, es bastante común en reuniones e incluso en restaurantes por lo cual los vínculos sociales inmediatos o cercanos se van cerrando y por primera vez en la historia, se da un paso hacia la ruptura entre una generación y otra con el peligro que eso representa para la herencia o trasmisión de valores y formas de vivir que dan un nexo y un sello de familia, trasmitido a través del diálogo y la interacción de los integrantes.

En inglés a ese fenómeno de priorizar el celular por encima de las personas, los expertos en comportamiento humano lo han bautizado como “Phubbing” por la fusión de dos palabras de origen inglés phone (teléfono) y snubbing (ignorar o menospreciar) y que se utiliza para hacer referencia a todas aquellas situaciones en las que el uso del celular nos hace ignorar, ser descorteses, tratar con desprecio y grosería a las personas que nos acompañan.

Es importante destacar que este tipo de adicciones no discrimina sexo, edad, nivel de educación u estatus social, de tal modo que todos estamos incluidos y todos somos responsables de las nefastas consecuencias en la dinámica familiar y de las repercusiones en la vida íntima de las parejas. Si admitimos que efectivamente hay un problema ¿Qué podemos hacer? porque no se trata de satanizar la tecnología, sino de llegar a un punto de equilibrio donde esta se adecue a la familia y no la familia a ella; veamos algunas sugerencias: a). -Aunque no hay tiempos descritos para el uso de la tecnología en familia, es importante que en cada hogar existan lineamientos sobre la utilización de la misma, poniendo límites para sus miembros b).- Si cree que está enganchado, puede ponerse límites diarios y recibir una notificación cada vez que los supera c).- Si el problema no lo tiene usted, sino sus hijos adolescentes, también puede rastrear su uso del teléfono con alguna aplicación y establecer un límite para toda la familia. Recuerde: el teléfono celular es un dispositivo que está a su servicio, usted es su dueño y tiene la libertad de controlar su uso, no espere a que su familia se desintegre.

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