Honduras ha sido desde su nacimiento hace 200 años, un país electorero por excelencia y ante la perspectiva de un nuevo proceso electoral, es importante hacer algunas reflexiones en torno a la campaña que ha comenzado.
La psicología del votante ha ido en constante cambio y evolución, lo que ha obligado a buscar los recursos de comunicación orientados a producir efectos de cambio en el sentido del voto, más allá de los clásicos efectos de refuerzo y de formación de la decisión electoral. De tal modo que la influencia de los medios de comunicación de masas sobre la opinión pública adquiere ribetes de esenciales, pues se han transformado en corazón y sistema nervioso de los escenarios políticos, en particular de los de campaña. En líneas generales, se puede decir que la supuesta preferencia de los votantes por lo visual unido a lo argumental, colocan a los medios de comunicación en el centro de la actividad proselitista.
El poder de los medios de comunicación con relación a los procesos políticos, en la inducción de opiniones, en la creación de seudo acontecimientos, así como en la personalización de las elecciones; alude, en definitiva, al dominio de la imagen y de las herramientas de la comunicación audiovisual y ofrecen una oportunidad única de que los hondureños tomen decisiones razonablemente informadas. Muchos factores pueden concurrir a la hora de explicar el predominio de los medios de comunicación como variable interviniente y crucial en el diseño de las estrategias de campaña; uno de ellos, sin duda, es el progresivo deterioro de las identidades partidarias e ideológicas.
Desde principios del siglo XXI, se registra una constante contracción del “voto duro” y un incremento del voto que cambia de elección a elección, de un votante cada vez más independiente. Lo que constituye un indicador de que el voto de tipo partidario, aunque continúa existiendo, ya no resulta suficiente para garantizar el resultado final de las elecciones con el caudal del voto de base o militante. De tal modo que los candidatos importan más que los partidos y sus ideas sobre soluciones concretas a los problemas del país, más que los grandes principios partidarios que llevaron a hondureños a enfrentarse en las famosas e inútiles guerras intestinas.
Ahora, la propaganda electoral debe dar un giro radical, porque el éxito, traducido en ser electos, depende del posicionamiento que adopten los candidatos frente a cada uno de los problemas que en el momento de la elección se consideran como los principales del país y cuya relevancia se refleja en los climas de opinión, cuidando sobre manera la rectitud de intención la cual es detectada a través de la observación de la conducta personal del candidato. Ante esta nueva realidad, el Arzobispo de Tegucigalpa, el Cardenal Óscar Andrés Rodríguez, en su homilía del Domingo XXII del Tiempo Ordinario, abogó por una campaña positiva y propositiva, con planes concretos y no con gritos e insultos, porque esa conducta no conduce a ninguna parte y Honduras no se va a superar con esas mismas costumbres ancestrales y farisaicas. ¡Oigamos a nuestro Pastor!