Editorial |Nuestra voz |La oración crea vínculos fuertes y eternos con Dios

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En nuestra vida para nuestra supervivencia, existe una serie de actividades indispensables tales como respirar y alimentarnos, que llegan a ser tan comunes que se vuelven rutinarias, pero la oración que nos da acceso directo e inmediato a Dios, muchas veces no forman parte de nuestras prioridades cotidianas a pesar de que es el medio provisto por Dios mismo para establecer una comunicación directa, estrecha y personal con Él. La oración debe ser la parte más maravillosa de la vida cristiana ya que representa la oportunidad para compartir con Dios nuestros problemas, nuestras victorias y además nuestras necesidades.

A través de la oración podemos conocer a Dios en una forma amena, sencilla, alegre y personal. No es necesaria una gran educación académica para orar; no consiste en utilizar palabras elocuentes, sino una sincera comunicación con Dios, para compartirle nuestros pensamientos y sentimientos, porque la oración es el clamor del corazón del ser humano al Señor, su Dios. Cuando los discípulos pidieron a Jesús que les “enseñara a orar”, el Maestro en Mateo 6, 5-13, nos muestra que la oración es íntima, no solo con la mente sino con el corazón, de ahí que Jesús dice, en lo secreto, encerrado en tu aposento.

La oración personal e íntima puede ser tan larga como queramos, pero Él, nos dejó la manera perfecta de orar con el Padrenuestro, la oración que los católicos hacemos cada día como él nos enseñó, esforzándonos por no hacerlo de manera rutinaria, repitiéndola como loro. Dios mismo en su grande amor y misericordia nos proveyó de la oración como un medio sencillo e increíble de comunicación personal con El, que además funciona de maravillas. Es imposible llamarnos cristianos católicos sin tener una relación con nuestro Padre Celestial por medio de la oración, por esa razón San Pablo nos exhorta a “orar sin cesar” en la primera carta que escribió a los Tesalonicenses a fin de mantener abierta nuestra comunicación con Dios.

No temamos orar, utilicemos nuestras propias palabras y frases, en realidad es que ninguno de nosotros sabemos realmente cómo hacerlo, por lo que en Romanos 8, 26-27, el apóstol nos recuerda que el Espíritu Santo, clama con gemidos indecibles por nosotros delante de Dios. Las Sagradas Escrituras nos enseñan que aquellos que ocupan puestos destacados en el servicio a Dios y a su Iglesia tienen una necesidad especial de las oraciones del pueblo de Dios: por esa razón desde aquí elevamos nuestra oración de gratitud al Todopoderoso por el feliz acontecimiento del ascenso por parte del Papa Francisco, de la Diócesis de San Pedro Sula a la categoría de Arquidiócesis metropolitana y a la cual, se le asignó como sufragáneas las diócesis de La Ceiba, de Gracias, de Santa Rosa de Copán, de Trujillo y de Yoro, designándoles como parte de la Provincia Eclesiástica de San Pedro Sula, rogando les sea dada la palabra justa, la valentía y el fervor para dar a conocer la Buena Nueva. En conclusión: Dios está esperando que clamemos a Él, con nuestros corazones abiertos y digamos: “Dios mío, ¡ayúdame!”. Él promete ayudarnos y renovar nuestras fuerzas.

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