Para los católicos todos los días son «El día de la Biblia» pues como dice la Palabra de Dios en Josué 1, 8 “Releerás constantemente este libro de la Ley. Lo meditarás día y noche para que actúes en todo según lo que allí está escrito: de ese modo llevarás a cabo tus proyectos y tendrás éxito”, pero no sobra decir que en el mes de septiembre la Iglesia nos hace hincapié en redescubrir la riqueza y la importancia de las Sagradas Escrituras en vida con el propósito de dar razón de su fe y renovar la vida personal y comunitaria.
La razón de la elección de septiembre como mes de la Biblia se encuentra en que el 30 de septiembre se celebra la festividad de San Jerónimo, quien tradujo del hebreo, arameo y griego al latín toda la Santa Biblia, en el siglo IV, y esa traducción llamada “Vulgata” (o traducción hecha para el pueblo o vulgo) fue la Biblia oficial para la Iglesia Católica durante 15 siglos.
Está claro que la Biblia o Sagradas Escrituras no es un libro cualquiera, en ella, está plasmado un sinfín de valores que determinan la conducta de un ser humano como el amor, el perdón, la honradez, la integridad, el respeto, etc., de tal modo que cada enseñanza contenida en sus páginas influye en el comportamiento de las personas y sus relaciones, así como en la educación. Los valores bíblicos fueron creados por Dios a la medida del ser humano, para que todos, sin excepción, los apliquemos en nuestro diario vivir. Jesucristo enseñó a sus discípulos como una regla de oro lo siguiente: «Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas” (San Mateo 7, 12) de tal manera que aplicar y respetar los valores que edifican y que están en la Biblia, nos ofrece un futuro maravilloso y reflejan el gran amor que Dios tiene por nosotros. A través de ese maravilloso manual, los creyentes entienden que la escritura es una guía sabia.
En ella se encuentran un sin número de promesas y exhortaciones que nos dicen cómo debemos de conducirnos en esta vida. Esas promesas son un regalo precioso de parte de Dios para los hombres, por esa razón el apóstol Pablo le dice a Timoteo: “Toda Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar, rebatir, corregir y guiar en el bien” (2Tim. 3, 16). La garantía que tenemos cuando aprendemos con la Biblia a cómo tomar buenas decisiones; es que la decisión surgirá de pensar con el Espíritu correcto, con la mente de Cristo y conforme al propósito de Dios.
Cuando buscamos la sabiduría de lo alto e intentamos perseguir los principios bíblicos, podemos confiar a Dios que nos ilumine en nuestra toma de decisiones, así como, que tome el control de las preocupaciones que estas nos puedan acarrear. Pongamos entonces en práctica, cuando tengamos que tomar buenas decisiones pues el desafío sigue vigente hoy en día para el “pueblo santo fiel de Dios”, debemos asumirla, entenderla, referir nuestra vida hacia ella, saborear su mensaje y ponerla en práctica.