Con profunda gratitud ante Jesucristo nuestro Señor, resaltamos la gracia singular que ha otorgado su Vicario en la tierra a los cristianos católicos al conceder un Año Jubilar exclusivo para Honduras por el 275 aniversario del hallazgo de la Virgen de Suyapa el cual inició el 8 de diciembre del 2021 y que concluirá el 3 de febrero del 2023.
El Papa Francisco, ejerciendo esa potestad máxima, soberana y universal, que le ha sido confiada, como sucesor de Pedro para absolver de todos los pecados, santificar y bendecir ha concedido de forma generosa y accequible a todo bautizado que peregrina en la Iglesia en Honduras la oportunidad de acceder al tesoro de la misericordia del Señor y al milagro de su perdón. Para que este tiempo de gracia tan único y extraordinario no pase desapercibido sino que sea aprovechado por las almas de nuestros amados deudos, es importante conocer cuál es su fundamento teológico, qué se necesita hacer para obtener la indulgencia plenaria y los efectos de la bendición Papal.
Cada 50 años la nación judía ofrecía un singular espectáculo, cuando los sacerdotes al son inconfundible de yobel (cuerno de macho cabrío) anunciaban el retorno del Año Santo, era un año que tenía por finalidad equilibrar las fortunas y las condiciones sociales, refrenar la codicia y prepotencia, acostumbrando a los judíos a mirarse como usufructuarios de la tierra y no como dueños, durante ese periodo se liberaba a los presos, se cancelaban hipotecas dando por canceladas las deudas y a los esclavos se les daba la libertad. El gozo y la alegría eran sentimientos que florecían.
Pero semejante práctica no era más que la sombra de una institución más fecunda y hermosa reservada a la Iglesia Católica, el Jubileo, que el Sumo Pontífice concede y en el que destaca esa maravilla incomparable del dogma de la comunión de los Santos. Si este Jubileo fuera permitido a las benditas ánimas del purgatorio ¿Alguien puede imaginar cómo saldrían corriendo para cumplir las condiciones establecidas? Pero lo que, a ellas no les es permitido, lo tenemos en nuestras manos nosotros, anticipándoles esa visión infinita de Dios por la que suspiran y cuyo logro constituye el mayor anhelo y tormento de sus almas.
Si hacemos una visita a la Virgen de Suyapa en su Basílica, si nos confesamos, si oramos por las intenciones del Papa y comulgamos podemos abrirles a las benditas ánimas del purgatorio, esas puertas del cielo que tienen cerradas y hacerlo con provecho para ellos y para nosotros con solo utilizar ese tesoro de misericordia abierto durante todo un Año Santo y en el que se nos concede una indulgencia plenaria especial por nuestros difuntos. ¿Cerraremos los oídos a las voces angustiosas de esos seres queridos que reclaman de nuestro recuerdo y de nuestro cariño esta ofrenda de nuestros corazones cristianos? ¿Dejaremos pasar sin provecho esta ocasión? Aprovechemos todos, grandes y pequeños, ricos y pobres, patronos y obreros, hombres y mujeres, esta gran indulgencia que nos ofrece nuestro amado Pastor Supremo, que con amorosa solicitud vela por nuestras almas.