¡Feliz Pascua de Resurrección! Es la frase que se intercambian los católicos en la celebración más importante de la Iglesia; se caracteriza, sobre todo, por la alegría de la vida glorificada y la victoria sobre la muerte, expresada más plenamente en la gran resonante aclamación del cristiano: ¡Aleluya! Pues toda la fe fluye de la resurrección de Jesús, piedra angular de la Fe, que nos libera de la esclavitud del pecado y abre el camino a la vida eterna. La Iglesia resplandece de gloria, el pueblo de Dios está de fiesta y nuestro corazón se levanta con júbilo: ¡Cristo vive, venció la muerte y con Él todo se llena de vida!
La Resurrección de Jesús es la manifestación del amor de Dios hecho vida, es encontrar un nuevo sentido para luchar por la fraternidad, por el respeto a la persona, por la defensa de la vida. Resucitar con Cristo es asumir el compromiso de hacer todo lo que esté a nuestro alcance para perdonar a quien haya podido ofendernos de alguna manera, es dejar a un lado la violencia, es pronunciar un no rotundo a la muerte, a la destrucción, a todo lo que sea expresión de consecuencia del pecado en nosotros, es comprometerse a trabajar por el otro con un profundo sentido solidario, porque la Resurrección de nuestro Señor Jesucristo, nos hace cambiar las actitudes que no van en la línea del seguimiento de Jesús, a dejar a un lado las manifestaciones de nuestro egoísmo, a renunciar a la violencia en todas sus formas y manifestaciones.
Hay que recordar que la proclamación en la Pascua no termina con el Domingo de Resurrección, eso es sólo el comienzo, porque la temporada de Pascua, conocida como la cincuentena pascual se celebra por 50 días y culmina con la celebración de la ascensión de Jesús al cielo y el Pentecostés, lo cual marca el don del Espíritu Santo a los Apóstoles y el nacimiento de la Iglesia, durante este tiempo se nos muestra un camino diferente, unos valores que le dan un nuevo sentido y orientación a la vida. “¡Cristo vive y te quiere vivo! Él está en ti, Él está contigo y nunca se va. Por más que te alejes, allí está el Resucitado, llamándote y esperándote para volver a empezar. Cerca de Él podemos beber el manantial que mantiene vivos nuestros sueños, proyectos e ideales” (Papa Francisco, Christus Vivit), la invitación es permanente. Es nuestra decisión. ¿Qué respuesta le damos a Jesús que nos invita a resucitar con El? Vivir la experiencia de la resurrección es salir fortalecidos para el camino de la vida, como les sucedió a los discípulos que se encontraban encerrados por miedo a los judíos, la alegría de la resurrección y la presencia del Señor resucitado los cambió y los volvió valientes y decididos. En los tiempos de incertidumbre que vivimos contemos como San Agustín de Hipona: “somos el pueblo de la Pascua: Aleluya es nuestra canción”. Y añadió: “Cantemos aquí y ahora en esta vida, aunque estemos oprimidos por varias preocupaciones, para que podamos cantarla un día en el mundo venidero, cuando seamos liberados de toda ansiedad”.