La Iglesia dedica el siguiente domingo después de Pentecostés a la celebración del día de la Santísima Trinidad y aunque es un dogma difícil de entender, fue el primero que entendieron los Apóstoles. Después de la Resurrección, comprendieron que Jesús era el Salvador enviado por el Padre. Y, cuando experimentaron la acción del Espíritu Santo dentro de sus corazones en Pentecostés, comprendieron que el único Dios era Padre, Hijo y Espíritu Santo. En el Catecismo de la Iglesia Católica en el numeral 234 leemos que “El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en sí mismo.
Es, pues, la fuente de todos los otros misterios de la fe; es la luz que los ilumina, es la enseñanza más fundamental y esencial en la “jerarquía de las verdades de fe”. Los católicos creemos que la Trinidad es una. No creemos en tres dioses, sino en un sólo Dios en tres Personas distintas. No es que Dios esté dividido en tres, pues cada una de las tres Personas es enteramente Dios; el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo tienen la misma naturaleza, la misma divinidad, la misma eternidad, el mismo poder, la misma perfección; son un sólo Dios.
Esta convicción de creer en Dios, Uno y Trino ha traído persecución a lo largo de la historia de la Iglesia Católica, primero por parte de los Judíos para quienes la idea de un Dios-Hombre chocaba de frente con su arraigado monoteísmo. Y por otro lado la predicación de los cristianos sobre el inminente regreso del Rey de los Judíos y el establecimiento de su reino, para los romanos representaba un peligro para la estabilidad y permanencia del imperio muy similar a lo que ocurre en la actualidad en donde los sacerdotes católicos con tildados de sediciosos por regímenes totalitarios como el de Daniel Ortega en Nicaragua; quien después de la insistencia de la Iglesia de “revisar el sistema político desde su raíz para lograr una auténtica democracia” la relación poco a poco se tensó y Ortega terminó por acusar a los obispos de formar parte de un plan para derrocarlo y los llamó “terroristas” .
Un obispo nicaragüense en prisión, 37 religiosos exiliados, incluido otro obispo y varios sacerdotes y 32 hermanas religiosas de diversas congregaciones expulsadas, forman parte de las 529 hostilidades que ha sufrido la Iglesia Católica de Nicaragua por parte del régimen de Daniel Ortega, según un estudio presentado por la investigadora nicaragüense exiliada Martha Patricia Molina “Nicaragua: ¿Una Iglesia perseguida?” No es primera vez que la Iglesia Católica se enfrenta a regímenes totalitarios en América Latina, la historia da cuenta de múltiples casos; algunos sacerdotes llegaron a pagar con la vida su compromiso con los derechos humanos, como Monseñor Óscar Arnulfo Romero, asesinado en 1980 en El Salvador y canonizado en 2018. El mismo año en que brotaron las protestas contra el Gobierno de Daniel Ortega y la Iglesia nicaragüense intentó mediar para poner fin a la violencia que solo trae muerte.