La relación del hombre con Dios muchas veces en las Sagradas Escrituras es comparada con la relación de un pastor con sus ovejas, de tal forma que cuando Jesús aseguraba: “Yo soy el Buen Pastor” aquel que da la vida por sus ovejas, para que éstas tengan vida y vida en abundancia, absolutamente todos comprendían muy bien lo que significaba en la práctica, lo que él estaba afirmando. La imagen del Buen Pastor nos habla de “uno” que no duda en cargar con nosotros cuando nos extraviamos, de soportar nuestras miserias y que conoce sus ovejas, cada oveja tiene una identidad propia, generalmente identificada por un nombre particular, lo que significa que esa oveja no es solo un número, sabe cuáles son sus hábitos, centra su atención en cada una, Él, durante todo el día está mirando y supervisando su rebaño de tal modo que de inmediato se da cuenta de la falta de “tal” oveja y de inmediato sale a buscarla llamándola por su nombre, sabiendo de antemano donde buscar porque la conoce, sabe sus gustos y aquello que la atrae y que representa un peligro para ella; mima a las recién nacidas, cura a las cojas o enfermas. Nunca jamás el Buen Pastor abandona a sus ovejas ante el peligro, sabe que su responsabilidad es conducirlas con seguridad y defenderlas cuando son amenazadas en el camino hacia los prados para pastar y hacia las fuentes de agua; además frente al lobo y al ladrón el Buen Pastor no se acobarda, sino que los enfrenta y los hace huir porque bajo ninguna circunstancia acepta perder ni una sola de sus ovejas.
Todas estas características que nosotros reconocemos plenamente en Jesús Buen Pastor, la Iglesia desde el inicio las propone como las características auténticas de los sacerdotes, quienes en su llamado, han recibido diferentes tipos de rebaños con sus ventajas y dificultades, de tal modo que su vida se centra en satisfacer las necesidades del Pueblo de Dios bajo su cuidado, esas necesidades son prioridad y son las que dictan cómo organiza su vida, sus horas de descanso, su tiempo de comer manifestando plenamente su vocación de servicio como un Buen Pastor que se consume y desgasta por el bien de sus ovejas, pero esas características también van dirigida a los padres de familia, a los educadores que también son pastores y a quienes también se le exhorta a ser de los buenos pastores que no apartan la mirada de Jesucristo el Buen Pastor, para ver cuáles son sus comportamientos y seguirlos. Hoy en este Cuarto Domingo De Pascua en el que celebramos la fiesta de Jesús, el Buen Pastor, desde este rotativo elevamos nuestra oración al Señor Jesús, vivo en el Santísimo Sacramento del Altar y presente perpetuamente entre nosotros por medio de sus Sacerdotes, para que surjan vocaciones del seno de nuestras familias, cuide las que hay y sus palabras, sus acciones, sus gestos y su vida sean fiel reflejo de su amor y fidelidad al Buen Pastor que conoce a sus ovejas.