“Dios no se mantiene a una “distancia segura”, se acerca con compasión y toca nuestra vida para sanarla con ternura” Francisco

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El Papa Francisco dirigió este día la oración del Ángelus desde el balcón frente a la Plaza de San Pedro. Allí recordó a los fieles que Dios es siempre cercano. Meditando el Evangelio de hoy, dijo que “Dios se ha hecho cercano a nuestra vida, tiene compasión de la suerte de la humanidad herida y viene a derribar toda barrera que nos impide vivir nuestra relación con Él, con los demás y con nosotros mismos”.

Transgresiones

El Pontífice señaló que San Marcos presenta hoy dos “transgresiones”, la del leproso que se acerca a Jesús y no podía hacerlo y la Jesús, movido por la compasión, se acerca y lo toca con ternura para curarlo y no podía hacerlo. “La primera transgresión es aquella del leproso: a pesar de las prescripciones de la Ley, sale del aislamiento y va a Jesús. Su enfermedad era considerada un castigo divino, pero en Jesús él pudo ver otro rostro de Dios: no el Dios que castiga, sino el Padre de la compasión y del amor, que nos libera del pecado y que nunca nos excluye de su misericordia. Así, aquel hombre puede salir de su aislamiento, porque en Jesús encuentra a Dios que comparte su dolor. La actitud de Jesús lo atrae, lo empuja a salir de sí mismo y a confiarle a Él su historia de dolor” dijo el Papa.

Francisco recordó la labor de muchísimos sacerdote que con compasión, atienden a sus fieles, “son buenos aquellos confesores que no están con el látigo en la mano, sino para recibir, escuchar y decir que Dios es bueno, que Dios perdona siempre, que Dios no se cansa de perdonar” dijo.

Compasión

El Papa prosiguió su reflexión señalando que la segunda transgresión es la de Jesús, “mientras la Ley prohibía tocar a los leprosos, Él se conmueve, extiende su mano y lo toca para curarlo. Alguno podría decir: “¡Ha pecado! ¡Ha hecho aquello que la Ley prohíbe. Es un transgresor”. Es verdad, es un transgresor. No se limita a las palabras, sino que lo toca. Y tocar con amor significa establecer una relación, entrar en comunión, implicarse en la vida del otro hasta el punto de compartir incluso sus heridas. Con este gesto, Jesús muestra que Dios, que no es indiferente, no se mantiene a una “distancia segura”; se acerca, es más, se acerca con compasión y toca nuestra vida para sanarla con ternura. Es el estilo de Dios: cercanía, compasión y ternura. La transgresión de Dios. Es un gran transgresor en este sentido” dijo.

Francisco concluyó diciendo que “pidamos al Señor la gracia de vivir estas dos “transgresiones”, estas dos transgresiones del Evangelio de hoy. La del leproso, para que tengamos la valentía de salir de nuestro aislamiento y, en lugar de quedarnos allí a quejarnos o a llorar por nuestros fracasos, con lamentaciones, vayamos a Jesús tal como somos. Señor, yo soy así. Sentiremos aquel abrazo, aquel abrazo de Jesús tan hermoso. Y luego la transgresión de Jesús, que es un amor que nos hace ir más allá de las convenciones, que nos hace superar los prejuicios, el miedo a mezclarnos con la vida del otro. Aprendamos a ser transgresores como estos dos, como el leproso y como Jesús”.

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