“Dijo Jesús…” (Mt 18,15-20 – XXIII Tiempo Ordinario)

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El capítulo 18 de Mateo que es el que nos regala la Iglesia en este domingo, contiene el cuarto de los cinco discursos de Jesús que sostienen la estructura de este evangelio, titulado a veces por los biblistas como la regla de la comunidad cristiana. En la relación de los hermanos dentro de la comunidad está movida por el amor y no la sutil autocomplacencia del sentirse superior al otro, que ha mostrado su debilidad y flaqueza. Es parte del amor fraterno corregir, pero desde la más sincera claridad de quienes y como estamos nosotros mismos antes de quererlo hacerlo. Ya, Jesús había sido claro en el discurso de la Montaña: “¿Cómo puedes decir a tu hermano: permite que te quite la pajita de tu ojo, mientras en tu ojo hay una viga? Hipócrita, quítate primero la viga de tu ojo y luego podrás ver bien para quitar la pajita del ojo de tu hermano” (Mt 7,4-5). La asamblea (en griego Ekklesía), tiene el sentido de fraternidad, que busca cuidar y salvar la vida del hermano y no su condenación. Ésta deberá hacer todo lo posible por su recuperación. En la comunidad está la capacidad de hablar, enseñar y dirigir el camino de sus miembros, como también en el caso extremo de colocar afuera de ésta al hermano incorregible. Mateo propone hoy a toda la Iglesia un itinerario educativo. Ésta debe enseñar a caminar al discípulo, con la paciencia y la rectitud de intención de una madre, que está al servicio de todos, pero se preocupa y atiende al hijo con mayor necesidad. Por eso la imagen, de la primera lectura del “centinela”, refleja la misión del responsable de la comunidad, que debe practicar el velar y ayudar al que ve que en el camino necesita de la ayuda de otro porque no puede más. El centinela tiene como característica la gran cualidad de ser tan humano para comprender el fragilidad y el pecado de los hermanos.

Padre Tony Salinas
Párroco San Juan Bautista, Ojojona

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