Cuando la oración parece seca y no escuchas la voz de Dios, un diario puede convertirse en una herramienta fundamental para mejorar tu vida espiritual.
Implementar esta práctica en tu rutina diaria de oración hará que conserves recuerdos, que despiertes la creatividad y que construyas disciplina, aparte de ser un instrumento curativo y sanador, pues nos ayuda a llevar un registro de los lugares y momentos en los que Dios ha estado apareciendo en tu vida, desafiándote o consolándote. Escribir sobre tu vida y volver a visitar ese escrito más tarde, te ayuda a ganar claridad en tus relaciones con Dios, contigo mismo y con los demás.
Un diario espiritual se inicia con un cuaderno vacío, un lugar tranquilo donde puedes estar a solas con Dios, una Biblia y tu libro espiritual favorito.
Puedes comenzar con una oración, abrirte a la voz de Dios, esperar y escuchar lo que Dios quiere de ti en ese momento.
Luego, puedes tomarte unos minutos para leer un pasaje de las Escrituras o una página de tu libro espiritual. Al tomar tu diario, puedes pedir al Espíritu Santo que te guíe para escribir lo que tu oración y lectura te hayan inspirado.
No te preocupes si lo que escribes en tu diario no tiene sentido: esto es entre tú y Dios, y Dios ya sabe lo que hay en tu corazón, el diario es realmente para ti, para aclarar tus pensamientos y creencias, para explorar las profundidades de tu relación con Dios, para ayudarte a tomar decisiones en tu vida diaria.
¿Cuántas veces has repetido esta frase?: “¡Te mantendré en mis oraciones!
Un cuaderno de oración también es útil para mantener una lista de intenciones de oración, no solo las de otras personas, sino también las suyas propias. Mirar hacia atrás en tus peticiones a Dios puede hacerte consciente de todo el bien que Él ha obrado en tu vida y en la vida de quienes han pedido tu intercesión.
Si ciertas cosas en tu vida no están claras y tienes preguntas sin responder, escríbelas también. Pide claridad. Más tarde, al leer preguntas anteriores, es posible que te des cuenta de que muchas de ellas ya han sido respondidas.
Dale a Dios esa página en blanco y deja que Su Espíritu la llene.