El cuarto Domingo de Cuaresma es conocido popularmente como el Domingo de Laetare. Su nombre se debe a las primeras letras de la antífona de entrada de la Misa de ese día. Esta celebración tiene la peculiaridad que los sacerdotes pueden usar ornamentos color rosado o rosa lila.
Camino
Durante el tiempo cuaresmal, el tono penitencial es una de las principales características y en esta fecha, se permiten algunas cosas, como el uso de flores en la Misa. Este domingo, tradicionalmente ha marcado la mitad del tiempo cuaresmal. Según el padre José Antonio Chavarría, sacerdote diocesano, este día nos invita a “Hacer una pausa en nuestras prácticas penitenciales y alegrarnos porque ya está cerca la Pascua”.
Alegría
La palabra latina Laetare significa alegría y en este tiempo, señala la anticipación de la fiesta de la Pascua. Esto se ve reflejado principalmente en la liturgia. Según Javier Valerio, feligrés de la parroquia Inmaculada Concepción de Danlí, esta fiesta es una invitación a “Amar al prójimo con la alegría de Jesús”. No se debe olvidar que se vive la Cuaresma, por lo cual el Domingo Laetare no es un alto de la penitencia, sino que es un anticipo de la meta que es la Pascua. Gema Téllez, feligrés de la parroquia Santa Teresa de Jesús, agregó que “Es un buen momento para la reflexión y el recogimiento espiritual con alegría”. El Papa Francisco explica que la verdadera alegría de la que habla el Evangelio es la que “Llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús”.
1 Origen
Este domingo de la Cuaresma recibe el nombre de Laetare porque así comienza, en este día, la Antífona de Entrada de la Eucaristía dominical: “¡Alégrate! (Laetare en latín) conforme al texto de Isaías 66, 10-11.
2 Color
El cuarto domingo de Cuaresma y el tercer domingo de Adviento, los sacerdotes pueden vestir de rosado o rosa lila, como preparación a la Pascua y Navidad respectivamente.
3 Sentido
Este Domingo “Laetare” nos hace la invitación a contemplar y mirar más allá de la triste realidad del pecado, mirando a Dios, fuente de infinita misericordia. Es la invitación a convertirnos de corazón a Dios, para mejor amarlo, cumpliendo sus mandamientos.