Todo bautizado después de recibir la formación y preparación necesaria puede tomar el cuerpo de Cristo, teniendo en mente que es el vínculo de entrar en común unión con Él y no comulgar por compromiso, rutina o porque los demás lo hacen.
Aquí presentamos los frutos que produce acercarse al cuerpo y sangre de Cristo, presente en el memorial de su amor.
Perdona los pecados veniales – Es importante que para recibir a Jesús Eucaristía, el estado de gracia no puede faltar, porque la presencia de Dios en el interior de quien comulga borra pequeñas faltas cometidas en contra del Padre Celestial, dando la gracia para alejarse del pecado mortal.
Acrecienta la unión con Cristo – Al acercarse al altar a recibir a Jesús de manera real, genera una unión real e íntima con Dios que llena de gracia, tal como el evangelista Lucas cita «Quien come de mi cuerpo y bebe de mi sangre, vive en mí y yo en Él».
Fortalece a la iglesia – La unidad de los cristianos en el cuerpo de Cristo, y que uno de sus miembros se fortalezca, tiene el mismo efecto en toda la Iglesia.
Vigoriza la caridad que en la rutina se debilita – La caridad se debilita por medio del pecado, y la eucaristía, es el mayor ejemplo de amor y entrega que transforma el corazón, haciendo que quien la reciba viva la caridad en todo momento de su vida.
Compromiso con los necesitados – El estar unido a Cristo en su cuerpo, hace más consciente sobre las necesidades de los pobres, al adquirir un compromiso apostólico, este es, llevar a Cristo a todos sin distinción de clases.
Solo un sacerdote ordenado puede consagrar, convertir el pan y vino en Cuerpo y Sangre de Cristo, declarado en el Concilio de Letrán.