Francisco abrió la primera Congregación General del Sínodo sobre la Sinodalidad y recordó a todos los participantes reunidos en el Aula Pablo VI que la asamblea “no es un parlamento, ni un encuentro entre amigos”.
La escucha, ayuno de la palabra pública, mucho espacio para el Espíritu Santo, la oración, la reflexión -especialmente sobre los textos de San Basilio-, sin lugar para la cháchara, la mundanidad, las ideologías.
Sentado a la mesa con los representantes de la Secretaría General del Sínodo, el Papa abrió la primera Congregación General del Sínodo sobre la Sinodalidad y señaló a los más de 460 participantes el camino a seguir durante estas cuatro semanas de trabajo, instando a todos los periodistas, que hacen un trabajo “muy bonito, muy bueno”, a que les ayuden a transmitir el mensaje de que la “prioridad” es “escuchar”, antes de hablar.
En la introducción de la primera Congregación general del Sínodo, el relator habló de la horizontalidad de la experiencia sinodal, que no es un debate parlamentario, sino la necesidad captar la realidad de la misión de la Iglesia y ampliar la visión del mundo que sufre más allá de grupos o posturas, ya sean progresistas o conservadoras, pues lo importante es caminar con Cristo al centro.
El informe introductorio de la primera Congregación de la XXVI Asamblea General del Sínodo de los Obispos, iniciada esta tarde en el Aula Pablo VI del Vaticano, a cargo del Relator General, el cardenal Jean-Claude Hollerich, se inspira a la disposición circular de los asientos y al Instrumentum laboris para recalcar son fruto de la experiencia sinodal y ayudan a discernir el camino que Dios pide recorrer.