El insomnio es un trastorno del sueño común. Consiste en una reducción de la capacidad para dormir, pudiendo manifestarse de diversos modos que dan lugar a diferentes tipos de insomnio. Insomnio de inicio: problemas para iniciar el sueño en menos de 30 minutos. Insomnio de mantenimiento: Problemas para mantener el sueño, produciéndose despertares nocturnos de más de 30 minutos de duración, o despertando definitivamente de manera precoz consiguiendo un tiempo total de sueño escaso.
Causas de insomnio
Enfermedades metabólicas y hormonales, neurológicas, reumatológicas, digestivas, cardiovasculares y todas aquellas que pueden interrumpir el sueño por dolor, fibromialgia, cefaleas, o urológicas por la necesidad urgente de micción, infecciones, próstata, renales. También hay que considerar el embarazo y la menopausia.
Enfermedades psiquiátricas (ansiedad, depresión, esquizofrenia,), así como otras enfermedades del sueño que contribuyen a dormir menos o peor (síndrome de piernas inquietas, síndrome de apnea de sueño, parasomnias).
Síntomas
Los síntomas de insomnio pueden incluir lo siguiente, dificultad para conciliar el sueño a la noche, despertarse durante la noche, despertarse muy temprano, no sentirse bien descansado después del sueño nocturno, cansancio o somnolencia diurnos, irritabilidad, depresión o ansiedad, dificultad para prestar atención, concentrarse en las tareas o recordar, aumento de los errores o los accidentes, preocupaciones constantes respecto del sueño
Consecuencias del insomnio
Sensación de cansancio, fatiga o falta de energía, mayores probabilidades de ansiedad, depresión y stress, menor calidad de vida, mayor probabilidad de accidentes de tránsito y/o laborales, deterioro neuro-cognitivo (pérdida de memoria, trastornos de atención y aprendizaje).
¿Qué podemos hacer para afrontar el insomnio?
Es importante cambiar los factores que están contribuyendo a perpetuar el insomnio. Es decir; cambiar los hábitos inadecuados, que en principio surgieron como un intento de paliar sus efectos negativos, cambiar los pensamientos erróneos que aumentan la preocupación, y reducir la elevada activación emocional asociada a estas variables. Al igual hay que evitar la toma de medicamentos sin prescripción médica. Cada caso debe ser individualizado, valorando los beneficios del tratamiento, si éste está realmente indicado.